Inmersion Mesias - Flipbook - Página 361
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M ateo
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Más tarde, Mateo invitó a Jesús y a sus discípulos a una cena en su casa,
junto con muchos cobradores de impuestos y otros pecadores de mala
fama. Cuando los fariseos vieron esto, preguntaron a los discípulos: «¿Por
qué su maestro come con semejante escoria?».
Cuando J esús los oyó, les dijo: «La gente sana no necesita médico, los
enfermos sí». Luego añadió: «Ahora vayan y aprendan el significado de
la siguiente Escritura: “Quiero que tengan compasión, no que ofrezcan
sacrificios”. Pues no he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los
que saben que son pecadores».
Un día los discípulos de Juan el Bautista se acercaron a Jesús y le pregun
taron:
—¿Por qué tus discípulos no ayunan, como lo hacemos nosotros y los
fariseos?
Jesús respondió:
—¿Acaso los invitados de una boda están de luto mientras festejan con
el novio? Por supuesto que no, pero un día el novio será llevado, y entonces
sí ayunarán.
»Además, ¿a quién se le ocurriría remendar una prenda vieja con tela
nueva? Pues el remiendo nuevo encogería y se desprendería de la tela vieja,
lo cual dejaría una rotura aún mayor que la anterior.
»Y nadie pone vino nuevo en cueros viejos. Pues los cueros viejos se
reventarían por la presión y el vino se derramaría, y los cueros quedarían
arruinados. El vino nuevo se guarda en cueros nuevos para preservar a
ambos.
Mientras Jesús decía esas cosas, el líder de una sinagoga se le acercó y se
arrodilló delante de él. «Mi hija acaba de morir —le dijo—, pero tú pue
des traerla nuevamente a la vida solo con venir y poner tu mano sobre
ella».
Entonces Jesús y sus discípulos se levantaron y fueron con él. Justo en
ese momento, una mujer quien hacía doce años que sufría de una he
morragia continua se le acercó por detrás. Tocó el fleco de la túnica de
Jesús porque pensó: «Si tan solo toco su túnica, quedaré sana».
Jesús se dio vuelta, y cuando la vio le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha
sanado». Y la mujer quedó sana en ese instante.
Cuando Jesús llegó a la casa del oficial, vio a una ruidosa multitud y
escuchó la música del funeral. «¡Salgan de aquí! —les dijo—. La niña no
está muerta; solo duerme»; pero la gente se rió de él. Sin embargo, una vez
que hicieron salir a todos, Jesús entró y tomó la mano de la niña, ¡y ella se
puso de pie! La noticia de este milagro corrió por toda la región.
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