Inmersion Mesias - Flipbook - Página 34
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INMERSIÓN
•
MESÍAS
7:33-48
“Tocamos canciones de bodas,
y no bailaron;
entonces tocamos cantos fúnebres,
y no lloraron”.
Pues Juan el Bautista no pasaba el tiempo comiendo pan y bebiendo vino,
y ustedes dicen: “Está poseído por un demonio”. El H
ijo del Hombre, por
su parte, festeja y bebe, y ustedes dicen: “Es un glotón y un borracho, ¡y es
amigo de cobradores de impuestos y de otros pecadores!”. Pero la sabidu
ría demuestra estar en lo cierto por la vida de quienes la siguen».
Uno de los fariseos invitó a Jesús a cenar, así que Jesús fue a su casa y se
sentó a comer. Cuando cierta mujer de mala vida que vivía en la ciudad
se enteró de que Jesús estaba comiendo allí, llevó un hermoso frasco de
alabastro lleno de un costoso perfume. Llorando, se arrodilló detrás de él
a sus pies. Sus lágrimas cayeron sobre los pies de J esús, y ella los secó con
sus cabellos. No cesaba de besarle los pies y les ponía perfume.
Cuando el fariseo que lo había invitado vio esto, dijo para sí: «Si este
hombre fuera profeta, sabría qué tipo de mujer lo está tocando. ¡Es una
pecadora!».
Entonces Jesús respondió a los pensamientos del fariseo:
—Simón —le dijo—, tengo algo que decirte.
—Adelante, Maestro —respondió Simón.
Entonces Jesús le contó la siguiente historia:
—Un hombre prestó dinero a dos personas, quinientas piezas de plata
a una y cincuenta piezas a la otra. Sin embargo, ninguna de las dos pudo
devolver el dinero, así que el hombre perdonó amablemente a ambas y les
canceló la deuda. ¿Quién crees que lo amó más?
Simón contestó:
—Supongo que la persona a quien le perdonó la deuda más grande.
—Correcto —dijo Jesús.
Luego se volvió a la mujer y le dijo a Simón:
—Mira a esta mujer que está arrodillada aquí. Cuando entré en tu casa,
no me ofreciste agua para lavarme el polvo de los pies, pero ella los lavó
con sus lágrimas y los secó con sus cabellos. Tú no me saludaste con un
beso, pero ella, desde el momento en que entré, no ha dejado de besarme
los pies. Tú no tuviste la cortesía de ungir mi cabeza con aceite de oliva,
pero ella ha ungido mis pies con un perfume exquisito.
»Te digo que sus pecados —que son muchos— han sido perdonados,
por eso ella me demostró tanto amor; pero una persona a quien se le per
dona poco demuestra poco amor.
Entonces Jesús le dijo a la mujer: «Tus pecados son perdonados».
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