Inmersion Mesias - Flipbook - Página 339
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2 Pedro
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diario. Como ven, el S eñor sabe rescatar de las pruebas a todos los que
viven en obediencia a Dios, al mismo tiempo que mantiene castigados a
los perversos hasta el día del juicio final. Él trata con particular severidad a
los que se entregan a sus propios deseos sexuales pervertidos y desprecian
la autoridad.
Estas personas son orgullosas y arrogantes, y hasta se atreven a insultar
a los seres sobrenaturales sin ni siquiera temblar. Aun los ángeles, que son
mucho más grandes en poder y fuerza, no se atreven a presentar de parte
del Señor cargos de blasfemia en contra de esos seres sobrenaturales.
Esos falsos maestros son como animales irracionales que viven por
instinto y nacen para ser atrapados y destruidos. Se burlan de lo que no
entienden, e igual que animales serán destruidos. Su destrucción será la
recompensa que recibirán por el daño que han causado. A ellos les encanta
entregarse a los placeres perversos a plena luz del día. Son una vergüenza
y una mancha entre ustedes. Se deleitan en el engaño incluso mientras
comen con ustedes en las reuniones de compañerismo. Cometen adul
terio con solo mirar y nunca sacian su deseo por el pecado. Incitan a los
inestables a pecar y están bien entrenados en la avaricia. Viven bajo la mal
dición de Dios. Se apartaron del buen camino y siguieron los pasos de
Balaam, hijo de Beor, a quien le encantaba ganar dinero haciendo el mal;
pero Balaam fue detenido de su locura cuando su burra lo reprendió con
voz humana.
Estos individuos son tan inútiles como manantiales secos o como la
neblina que es llevada por el viento. Están condenados a la más negra os
curidad. Se jactan de sí mismos con alardes tontos y sin sentido. Saben
cómo apelar a los deseos sexuales pervertidos, para incitar a que vuelvan
al pecado los que apenas se escapaban de una vida de engaño. Prometen
libertad, pero ellos mismos son esclavos del pecado y de la corrupción
porque uno es esclavo de aquello que lo controla. Y cuando la gente es
capa de la maldad del mundo por medio de conocer a nuestro S eñor y
Salvador Jesucristo, pero luego se enreda y vuelve a quedar esclavizada
por el pecado, termina peor que antes. Les hubiera sido mejor nunca haber
conocido el camino a la justicia, en lugar de conocerlo y luego rechazar el
mandato que se les dio de vivir una vida santa. Demuestran qué tan cierto
es el proverbio que dice: «Un perro vuelve a su vómito». Y otro que dice:
«Un cerdo recién lavado vuelve a revolcarse en el lodo».
Queridos amigos, esta es la segunda carta que les escribo y, en ambas, he
tratado de refrescarles la memoria y estimularlos a que sigan pensando
sanamente. Quiero que recuerden lo que los santos profetas dijeron
hace mucho y lo que nuestro S eñor y Salvador ordenó por medio de los
apóstoles.
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