Inmersion Mesias - Flipbook - Página 335
INMERSOS EN 2 PEDRO Y JUDAS
E N E L T I E M P O D E S P U É S de que Pedro escribió su primera carta a los
creyentes de Asia Menor (ver «Inmersos en 1 Pedro», pág. 313), es muy
probable que la persecución hubiera aumentado. El emperador Nerón
había culpado a los cristianos de un incendio destructor en Roma y
había desatado un nuevo ataque contra ellos. Para esta época, Pedro
comprende que, como Pablo, pronto también él será ejecutado. Como
testigo ocular de la vida y el ministerio de Jesús, Pedro decide dejar
parte de su testimonio por escrito para el bien de las generaciones
futuras.
Específicamente, Pedro quiere que los creyentes sepan que mientras Jesús estuvo en la tierra ya había desplegado la gloria que tendrá
cuando regrese: «Pues no estábamos inventando cuentos ingeniosos
cuando les hablamos de la poderosa venida de nuestro Señor Jesucristo». Pedro insiste que él mismo vio con sus propios ojos el esplendor de Cristo revelado abiertamente «en el monte santo» y que oyó la
voz de Dios declarar que Jesús era su «Hijo muy amado».
Además de la persecución creciente, las iglesias enfrentaban otra
amenaza: falsos maestros se habían infiltrado en su comunidad. Pedro
advierte a los creyentes que se cuiden de quienes incitan a que «vuelvan al pecado los que apenas se escapaban de una vida de engaño.
Prometen libertad, pero ellos mismos son esclavos del pecado y de
la corrupción». Estos maestros incitaban a la gente a la inmoralidad
al malinterpretar la gracia de Dios como una licencia para el pecado.
Como si esto fuera poco, los creyentes enfrentaban todavía otra
amenaza, la que Pedro trata en la parte final de su carta: unos «burladores» decían que si Jesús realmente iba a regresar, ya lo habría
hecho. Esta parece haber sido una excusa para la vida libertina, ya que
no habría juicio final si Jesús no volvía. Pedro explica que Dios tiene
buenas razones para demorar: su paciencia da tiempo para que más
gente se arrepienta. De manera que los creyentes deben perseverar
en su anhelo por un nuevo mundo, que vendrá cuando Cristo aparezca
nuevamente: «los cielos nuevos y la tierra nueva […] un mundo lleno
de la justicia de Dios».
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