Inmersion Mesias - Flipbook - Página 317
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Entonces todos verán al Hijo del Hombre venir en las nubes con gran
poder y gloria. Y él enviará a sus ángeles para que reúnan a los elegidos
de todas partes del mundo, desde los extremos más lejanos de la t ierra y
del cielo.
»Ahora, aprendan una lección de la higuera. Cuando las ramas echan
brotes y comienzan a salir las hojas, ustedes saben que el verano se acerca.
De la misma manera, cuando vean que suceden todas estas cosas, sabrán
que su regreso está muy cerca, a las puertas. Les digo la verdad, no pasará
esta generación hasta que todas estas cosas sucedan. El cielo y la tierra
desaparecerán, pero mis palabras no desaparecerán jamás.
»Sin embargo, nadie sabe el día ni la hora en que sucederán esas cosas,
ni siquiera los ángeles en el cielo ni el propio Hijo. Solo el Padre lo sabe. Y,
ya que ustedes tampoco saben cuándo llegará ese tiempo, ¡manténganse
en guardia! ¡Estén alerta!
»La venida del H
ijo del H
ombre puede ilustrarse mediante la historia
de un hombre que tenía que emprender un largo viaje. Cuando salió de
casa, dio instrucciones a cada uno de sus esclavos sobre el trabajo que
debían hacer y le dijo al portero que esperara su regreso. ¡Ustedes también
deben estar alerta! Pues no saben cuándo regresará el amo de la casa: si en
la tarde, a medianoche, durante la madrugada o al amanecer. Que no los
encuentre dormidos cuando llegue sin previo aviso. Les digo a ustedes lo
que digo a todos: ¡Manténganse despiertos esperándolo a él!
Faltaban dos días para la Pascua y el Festival de los Panes sin Levadura.
Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa seguían bus
cando una oportunidad para capturar a Jesús en secreto y matarlo. «Pero
no durante la celebración de la Pascua —acordaron—, no sea que la gente
cause disturbios».
Mientras tanto, Jesús se encontraba en Betania, en la casa de Simón, un
hombre que había tenido lepra. Mientras comía, entró una mujer con un
hermoso frasco de alabastro que contenía un perfume costoso, preparado
con esencias de nardo. Ella abrió el frasco y derramó el perfume sobre la
cabeza de J esús.
Algunos que estaban a la mesa se indignaron. «¿Por qué desperdiciar
un perfume tan costoso? —preguntaron—. ¡Podría haberse vendido por
el salario de un año y el dinero dado a los pobres!». Así que la regañaron
severamente.
Pero Jesús respondió: «Déjenla en paz. ¿Por qué la critican por hacer
algo tan bueno conmigo? Siempre habrá pobres entre ustedes, y pueden
ayudarlos cuando quieran, pero a mí no siempre me tendrán. Ella hizo lo
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