Inmersion Mesias - Flipbook - Página 311
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M arcos
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Después llegaron a Jericó y mientras Jesús y sus discípulos salían de la
ciudad, una gran multitud los siguió. Un mendigo ciego llamado Barti
meo (hijo de Timeo) estaba sentado junto al camino. Cuando Bartimeo
oyó que J esús de Nazaret estaba cerca, comenzó a gritar: «
¡ Jesús, H
ijo de
David, ten compasión de mí!».
«¡Cállate!», muchos le gritaban, pero él gritó aún más fuerte: «¡Hijo
de David, ten compasión de mí!».
Cuando J esús lo oyó, se detuvo y dijo: «Díganle que se acerque».
Así que llamaron al ciego. «Anímate —le dijeron—. ¡Vamos, él te
llama!». Bartimeo echó a un lado su abrigo, se levantó de un salto y se
acercó a Jesús.
—¿Qué quieres que haga por ti? —preguntó Jesús.
—Mi Rabí —dijo el hombre ciego—, ¡quiero ver!
Y Jesús le dijo:
—Puedes irte, pues tu fe te ha sanado.
Al instante el hombre pudo ver y siguió a J esús por el camino.
Mientras J esús y los discípulos se acercaban a Jerusalén, llegaron a las ciu
dades de Betfagé y Betania, en el monte de los Olivos. Jesús mandó a dos
de ellos que se adelantaran. «Vayan a la aldea que está allí —les dijo—. En
cuanto entren, verán un burrito atado, que nadie ha montado jamás. Des
átenlo y tráiganlo aquí. Si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?”
simplemente digan: “El Señor lo necesita y él lo devolverá pronto”».
Los dos discípulos salieron y encontraron el burrito en la calle, atado
frente a la puerta principal. Mientras lo desataban, algunos que estaban
allí les preguntaron: «¿Qué están haciendo, por qué desatan ese burrito?».
Ellos contestaron lo que J esús había dicho y se les dio permiso para lle
varlo. Así que llevaron el burrito a J esús y pusieron sus prendas encima y
él se sentó allí.
Muchos de la multitud tendían sus prendas sobre el camino delante de
él y otros extendían ramas frondosas que habían cortado en los campos.
Jesús estaba en el centro de la procesión, y la gente que lo rodeaba gritaba:
«¡Alaben a Dios!
¡Bendiciones al que viene en el nombre del Señor!
¡Bendiciones al reino que viene, el reino de nuestro antepasado David!
¡Alaben a Dios en el cielo más alto!».
Así Jesús llegó a Jerusalén y entró en el templo. Después de mirar todo
detenidamente a su alrededor, salió porque ya era tarde. Después regresó
a Betania con los doce discípulos.
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