Inmersion Mesias - Flipbook - Página 307
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M arcos
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Jesús les dijo: «¡Gente sin fe! ¿Hasta cuándo tendré que estar con us
tedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganme al muchacho».
Así que se lo llevaron. Cuando el espíritu maligno vio a Jesús, le causó
una violenta convulsión al muchacho, quien cayó al piso retorciéndose y
echando espuma por la boca.
—¿Hace cuánto tiempo que le pasa esto? —preguntó Jesús al padre del
muchacho.
—Desde que era muy pequeño —contestó él—. A menudo el espíritu
lo arroja al fuego o al agua para matarlo. Ten misericordia de nosotros y
ayúdanos si puedes.
—¿Cómo que “si puedo”? —preguntó J esús—. Todo es posible si uno
cree.
Al instante el padre clamó:
—¡Sí, creo, pero ayúdame a superar mi incredulidad!
Cuando Jesús vio que aumentaba el número de espectadores, reprendió
al espíritu maligno. «Escucha, espíritu que impides que este muchacho
oiga y hable —dijo—. ¡Te ordeno que salgas de este muchacho y nunca
más entres en él!».
Entonces el espíritu gritó, le causó otra convulsión violenta al muchacho
y salió de él. El muchacho quedó como muerto. Un murmullo recorrió la
multitud: «Está muerto», decía la gente. Pero Jesús lo tomó de la mano,
lo levantó, y el muchacho se puso de pie.
Más tarde, cuando Jesús quedó a solas en la casa con sus discípulos, ellos
le preguntaron:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsar ese espíritu maligno?
Jesús contestó:
—Esa clase solo puede ser expulsada con oración.
Saliendo de esa región, viajaron por Galilea. Jesús no quería que nadie
supiera que él estaba allí, porque deseaba pasar más tiempo con sus dis
cípulos y enseñarles. Les dijo: «El H
ijo del H
ombre será traicionado y
entregado en manos de sus enemigos. Lo matarán, pero tres días después
se levantará de los muertos». Ellos no entendieron lo que quería decir, sin
embargo, tenían miedo de preguntarle.
Después de llegar a Capernaúm e instalarse en una casa, Jesús preguntó
a sus discípulos: «¿Qué venían conversando en el camino?». Pero no le
contestaron porque venían discutiendo sobre quién de ellos era el más
importante. Jesús se sentó y llamó a los doce discípulos y dijo: «Quien
quiera ser el primero debe tomar el último lugar y ser el sirviente de todos
los demás».
Entonces puso a un niño pequeño en medio de ellos. Y, tomándolo en
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