Inmersion Mesias - Flipbook - Página 303
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M arcos
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Pues de adentro, del corazón de la persona, salen los malos pensamientos,
la inmoralidad sexual, el robo, el asesinato, el adulterio, la avaricia, la per
versidad, el engaño, los deseos sensuales, la envidia, la calumnia, el orgullo
y la necedad. Todas esas vilezas provienen de adentro; esas son las que los
contaminan».
Luego Jesús salió de Galilea y se dirigió al norte, a la región de Tiro. No
quería que nadie supiera en qué casa se hospedaba, pero no pudo ocul
tarlo. Enseguida una mujer que había oído de él se acercó y cayó a sus
pies. Su hijita estaba poseída por un espíritu maligno, y ella le suplicó que
expulsara al demonio de su hija.
Como la mujer era una gentil, nacida en la región de Fenicia que está
en Siria, Jesús le dijo:
—Primero debo alimentar a los hijos, a mi propia familia, los judíos. No
está bien tomar la comida de los hijos y arrojársela a los perros.
—Es verdad, Señor —respondió ella—, pero hasta a los perros que
están debajo de la mesa se les permite comer las sobras del plato de los
hijos.
—¡Buena respuesta! —le dijo J esús—. Ahora vete a tu casa, porque el
demonio ha salido de tu hija.
Cuando ella llegó a su casa, encontró a su hijita tranquila recostada en
la cama, y el demonio se había ido.
J esús salió de Tiro y subió hasta Sidón antes de regresar al mar de Galilea
y a la región de las Diez Ciudades. Le trajeron a un hombre sordo con un
defecto del habla, y la gente le suplicó a Jesús que pusiera sus manos sobre
el hombre para sanarlo.
Jesús lo llevó aparte de la multitud para poder estar a solas con él.
Metió sus dedos en los oídos del hombre. Después escupió sobre sus pro
pios dedos y tocó la lengua del hombre. Mirando al cielo, suspiró y dijo:
«Efatá», que significa «¡Ábranse!». Al instante el hombre pudo oír per
fectamente bien y se le desató la lengua, de modo que hablaba con total
claridad.
Jesús le dijo a la multitud que no lo contaran a nadie, pero cuanto más
les pedía que no lo hicieran, tanto más hacían correr la voz. Quedaron
completamente asombrados y decían una y otra vez: «Todo lo que él hace
es maravilloso. Hasta hace oír a los sordos y da la capacidad de hablar al
que no puede hacerlo».
En esos días, se reunió otra gran multitud, y de nuevo la gente quedó sin
alimentos. Jesús llamó a sus discípulos y les dijo:
—Siento compasión por ellos. Han estado aquí conmigo durante tres
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