Inmersion Mesias - Flipbook - Página 302
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INMERSIÓN
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MESÍAS
7:1-20
Cierto día, algunos fariseos y maestros de la ley religiosa llegaron desde Je
rusalén para ver a J esús. Notaron que algunos de sus discípulos no seguían
el ritual judío de lavarse las manos antes de comer. (Los judíos, sobre todo
los fariseos, no comen si antes no han derramado agua sobre el hueco de
sus manos, como exigen sus tradiciones antiguas. Tampoco comen nada
del mercado sin antes sumergir sus manos en agua. Esa es solo una de las
tantas tradiciones a las que se han aferrado, tal como el lavado ceremonial
de vasos, jarras y vasijas de metal).
Entonces los fariseos y maestros de la ley religiosa le preguntaron:
—¿Por qué tus discípulos no siguen nuestra antigua tradición? Ellos
comen sin antes realizar la ceremonia de lavarse las manos.
Jesús contestó:
—¡Hipócritas! Isaías tenía razón cuando profetizó acerca de ustedes,
porque escribió:
“Este pueblo me honra con sus labios,
pero su corazón está lejos de mí.
Su adoración es una farsa
porque enseñan ideas humanas como si fueran mandatos de Dios”.
Pues ustedes pasan por alto la ley de D
ios y la reemplazan con su propia
tradición.
Entonces dijo:
—Ustedes esquivan hábilmente la ley de Dios para aferrarse a su propia
tradición. Por ejemplo, Moisés les dio la siguiente ley de Dios: “Honra a
tu padre y a tu madre” y “Cualquiera que hable irrespetuosamente de su
padre o de su madre tendrá que morir”. Sin embargo, ustedes dicen que
está bien que uno les diga a sus padres: “Lo siento, no puedo ayudarlos
porque he jurado darle a D
ios lo que les hubiera dado a ustedes”. De esta
manera, ustedes permiten que la gente desatienda a sus padres necesita
dos. Y entonces anulan la palabra de D
ios para transmitir su propia tradi
ción. Y este es solo un ejemplo entre muchos otros.
Luego Jesús llamó a la multitud para que se acercara y oyera. «Escuchen,
todos ustedes, y traten de entender. Lo que entra en el cuerpo no es lo que
los contamina; ustedes se contaminan por lo que sale de su corazón».
Luego Jesús entró en una casa para alejarse de la multitud, y sus discí
pulos le preguntaron qué quiso decir con la parábola que acababa de em
plear. «¿Ustedes tampoco entienden? —preguntó—. ¿No se dan cuenta
de que la comida que introducen en su cuerpo no puede contaminarlos?
La comida no entra en su corazón, solo pasa a través del estómago y luego
termina en la cloaca». (Al decir eso, declaró que toda clase de comida es
aceptable a los ojos de Dios).
Y entonces agregó: «Es lo que sale de su interior lo que los contamina.
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