Inmersion Mesias - Flipbook - Página 288
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INMERSIÓN
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MESÍAS
Marcos relata la historia con un sentido de urgencia, como una vertiginosa obra de teatro en que Jesús va rápidamente de una aldea a otra,
predicando y sanando. El meollo del mensaje de Jesús es la venida del
reino de Dios. No obstante, Roma tiene su propia versión de la «Buena
Noticia»: esta afirma que el César es el hijo de Dios, y que la paz y la
seguridad vienen por medio de él. En contraste, el ministerio de Jesús
se centra en la restauración del pueblo de Dios: perdona los pecados,
sana las enfermedades y libera a la gente de la opresión espiritual.
A medida que avanzamos por la primera mitad del Evangelio de
Marcos, vemos que Jesús pasa más tiempo enseñando en privado a sus
discípulos. Para Jesús, es especialmente importante que comprendan
quién es él y qué significa su mensaje. Justo a la mitad del libro, cuando
Jesús está a punto de terminar su ministerio en Galilea y viajar al sur, a
Jerusalén, Pedro finalmente declara: «Tú eres el Mesías». Pero Pedro
y los demás discípulos aún no reconocen qué tipo de Mesías es Jesús.
Él no está preparando un ejército para luchar contra los romanos; su
batalla es contra el mal en un nivel más profundo, y ganará la batalla
siguiendo el camino de la cruz.
De allí en adelante, Jesús informa repetidamente a sus discípulos
que va a sufrir, que le quitarán la vida y que resucitará de entre los
muertos. Además, les enseña que ese camino de sufrimiento y servicio
a otros será el que ellos también transitarán. Para los discípulos, este
es un correctivo de expectativas muy duro, como se evidencia cuando
ellos huyen durante el arresto de Jesús. Irónicamente, es el oficial romano a cargo de su ejecución quien reconoce la identidad de Jesús
por la forma en que este muere, y exclama: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!». Este oficial sirve como ejemplo para los
creyentes romanos a quienes Marcos escribía.
Hay algunas cuestiones históricas en cuanto a la manera en que Marcos termina su relato. No obstante, a pesar de los posibles finales, el
mensaje de la resurrección de Jesús es claro: Jesús realmente es el
Mesías, y Dios reivindicó ese inesperado camino de servicio y sacrificio
cuando lo levantó de entre los muertos. Este conocimiento debería
inspirar a los creyentes en Roma a cumplir su cometido de compartir
con otros la historia de Jesús: «Pues la Buena Noticia primero tiene que
ser predicada a todas las naciones».
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