Inmersion Mesias - Flipbook - Página 28
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INMERSIÓN
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MESÍAS
5:18-35
de todas las aldeas de Galilea y Judea, y también de Jerusalén). Y el poder
sanador del Señor estaba presente con fuerza en Jesús.
Unos hombres llegaron cargando a un paralítico en una camilla. Trata
ron de llevarlo dentro a donde estaba Jesús, pero no pudieron acercarse
a él debido a la multitud. Entonces subieron al techo y quitaron algunas
tejas. Luego bajaron al enfermo en su camilla hasta ponerlo en medio
de la multitud, justo frente a Jesús. Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo al
hombre: «Joven, tus pecados son perdonados».
Entonces los fariseos y los maestros de la ley religiosa decían para sí:
«¿Quién se cree que es? ¡Es una blasfemia! ¡Solo Dios puede perdonar
pecados!».
Jesús supo lo que pensaban, así que les preguntó: «¿Por qué cuestionan
eso en su corazón? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados son perdona
dos” o “Ponte de pie y camina”? Así que les demostraré que el Hijo del
Hombre tiene autoridad en la t ierra para perdonar pecados». Entonces
Jesús miró al paralítico y dijo: «¡Ponte de pie, toma tu camilla y vete a
tu casa!».
Al instante, delante de todos, el hombre se levantó de un salto, tomó
su camilla y se fue a su casa alabando a Dios. El asombro se apoderó
de todos, y quedaron pasmados. Y alababan a Dios exclamando: «¡Hoy
hemos visto cosas maravillosas!».
Tiempo después, al salir de la ciudad, Jesús vio a un cobrador de impues
tos llamado Leví sentado en su cabina de cobrador. «Sígueme y sé mi
discípulo», le dijo Jesús. Entonces Leví se levantó, dejó todo y lo siguió.
Más tarde, Leví dio un banquete en su casa, con Jesús como invitado de
honor. Muchos de los cobradores de impuestos, compañeros de Leví, y
otros invitados comieron con ellos. Así que los fariseos y los maestros de
la ley religiosa les reclamaron severamente a los discípulos de Jesús dicién
doles: «¿Por qué comen y beben con semejante escoria?».
Jesús les contestó: «La gente sana no necesita médico, los enfermos sí.
No he venido a llamar a los que se creen justos, sino a los que saben que
son pecadores y necesitan arrepentirse».
Cierto día, algunas personas le dijeron a Jesús:
—Los discípulos de Juan el Bautista ayunan y oran con frecuencia, igual
que los discípulos de los fariseos. ¿Por qué tus discípulos están siempre
comiendo y bebiendo?
Jesús contestó:
—¿Acaso los invitados de una boda ayunan mientras festejan con el
novio? Por supuesto que no; pero un día el novio será llevado, y entonces
sí ayunarán.
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