Inmersion Mesias - Flipbook - Página 269
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cómo vives y de lo que enseñas. Mantente firme en lo que es c orrecto por
el bien de tu propia salvación y la de quienes te oyen.
Nunca le hables con aspereza a un hombre mayor, sino llámale la atención
con respeto como lo harías con tu propio padre. Dirígete a los jóvenes
como si les hablaras a tus propios hermanos. Trata a las mujeres mayores
como lo harías con tu madre y trata a las jóvenes como a tus propias her
manas, con toda pureza.
Atiende a toda viuda que no tenga a nadie quien la cuide. Pero, si ella tiene
hijos o nietos, la primera responsabilidad de ellos es poner en práctica la
sumisión a D
ios en su hogar y retribuir a sus padres al cuidarlos. Esto es
algo que le agrada a Dios.
Ahora bien, una verdadera viuda —una mujer que realmente está sola
en este mundo— es aquella que ha puesto su esperanza en Dios. Día y
noche ora a D
ios pidiéndole su ayuda, pero la viuda que solamente vive
para el placer está espiritualmente muerta en vida. Dale estas instrucciones
a la iglesia, para que nadie quede expuesto a la crítica.
Aquellos que se niegan a cuidar de sus familiares, especialmente los de
su propia casa, han negado la fe verdadera y son peores que los incrédulos.
Para que una viuda esté en la lista de ayuda tiene que tener al menos
sesenta años y haberle sido fiel a su marido. Debe ser alguien que se haya
ganado el respeto de todos por el bien que haya hecho. ¿Crió bien a sus
hijos? ¿Fue amable con los extranjeros y sirvió con humildad a otros cre
yentes? ¿Ha ayudado a los que están en dificultades? ¿Ha estado siempre
dispuesta a hacer el bien?
Las viudas más jóvenes no deberían estar en la lista, porque sus de
seos físicos podrán más que su devoción a Cristo y querrán volver a
casarse. De esa manera, serían culpables de romper su promesa anterior.
Y, si están en la lista, se acostumbrarán a ser perezosas y pasarán todo el
tiempo yendo de casa en casa chismeando, entrometiéndose en la vida
de los demás y hablando de lo que no deben. Así que yo aconsejo a estas
viudas jóvenes que vuelvan a casarse, que tengan hijos y que cuiden de
sus propios hogares. Entonces el enemigo no podrá decir nada en contra
de ellas. Pues me temo que algunas ya se han descarriado y ahora siguen
a Satanás.
Si una mujer creyente tiene parientes que son viudas, debe cuidar de
ellas y no darle a la iglesia la responsabilidad. Entonces, la iglesia podrá
atender a las viudas que están realmente solas.
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