Inmersion Mesias - Flipbook - Página 259
Fili p enses
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con crueldad a la iglesia, y en cuanto a la justicia, obedecía la ley al pie de
la letra.
Antes creía que esas cosas eran valiosas, pero ahora considero que no
tienen ningún valor debido a lo que Cristo ha hecho. Así es, todo lo demás
no vale nada cuando se le compara con el infinito valor de conocer a C
risto
Jesús, mi S eñor. Por amor a él, he desechado todo lo demás y lo considero
basura a fin de ganar a Cristo y llegar a ser uno con él. Ya no me apoyo en
mi propia justicia, por medio de obedecer la ley; más bien, llego a ser justo
por medio de la fe en Cristo. Pues la forma en que D
ios nos hace justos
delante de él se basa en la fe. Quiero conocer a Cristo y experimentar el
gran poder que lo levantó de los muertos. ¡Quiero sufrir con él y participar
de su muerte, para poder experimentar, de una u otra manera, la resurrec
ción de los muertos!
No quiero decir que ya haya logrado estas cosas ni que ya haya alcan
zado la perfección; pero sigo adelante a fin de hacer mía esa perfección
para la cual Cristo Jesús primeramente me hizo suyo. No, amados herma
nos, no lo he logrado, pero me concentro únicamente en esto: olvido el
pasado y fijo la mirada en lo que tengo por delante, y así avanzo hasta llegar
al final de la carrera para recibir el premio celestial al cual Dios nos llama
por medio de C
risto Jesús.
Que todos los que son espiritualmente maduros estén de acuerdo en
estas cosas. Si ustedes difieren en algún punto, estoy seguro de que Dios
se lo hará entender; pero debemos aferrarnos al avance que ya hemos
logrado.
Amados hermanos, tomen mi vida como modelo y aprendan de los que
siguen nuestro ejemplo. Pues ya les dije varias veces y ahora se los repito
de nuevo con lágrimas en los ojos: hay muchos cuya conducta demuestra
que son verdaderos enemigos de la cruz de Cristo. Van camino a la des
trucción. Su dios es su propio apetito, se jactan de cosas vergonzosas y solo
piensan en esta vida terrenal. En cambio, nosotros somos ciudadanos del
cielo, donde vive el Señor Jesucristo; y esperamos con mucho anhelo que
él regrese como nuestro Salvador. Él tomará nuestro débil cuerpo mortal
y lo transformará en un cuerpo glorioso, igual al de él. Lo hará valiéndose
del mismo poder con el que pondrá todas las cosas bajo su dominio.
Por lo tanto, mis amados hermanos, manténganse fieles al Señor. Los amo
y anhelo verlos, mis queridos amigos, porque ustedes son mi alegría y la
corona que recibo por mi trabajo.
Ahora les ruego a Evodia y a Síntique, dado que pertenecen al Señor,
que arreglen su desacuerdo. Y te pido a ti, mi fiel colaborador, que ayudes
a esas dos mujeres, porque trabajaron mucho a mi lado para dar a conocer
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