Inmersion Mesias - Flipbook - Página 220
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INMERSIÓN
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MESÍAS
10:1-18
«Pongo en Jerusalén una piedra que hace tropezar a muchos,
una roca que los hace caer.
Pero todo el que confíe en él
jamás será avergonzado».
Amados hermanos, el profundo deseo de mi corazón y mi oración a
ios es que los israelitas lleguen a ser salvos. Yo sé que ellos tienen un gran
D
entusiasmo por Dios, pero es un fervor mal encauzado. Pues no entienden
la forma en que D
ios hace justas a las personas ante él. Se niegan a aceptar
el modo de D
ios y, en cambio, se aferran a su propio modo de hacerse
justos ante él tratando de cumplir la ley. Sin embargo, Cristo ya cumplió
el propósito por el cual se entregó la ley. Como resultado, todos los que
creen en él son hechos justos a los ojos de Dios.
Pues Moisés escribe que la ley exige obediencia a todos sus mandatos
para que una persona llegue a ser justa ante D
ios. Pero el modo de la fe para
hacernos justos ante D
ios dice: «No digas en tu corazón: “¿Quién subirá
al cielo?” (para hacer bajar a C
risto a la tierra). Ni tampoco digas: “¿Quién
descenderá al lugar de los muertos?” (para volver a C
risto de nuevo a la
vida)». En realidad, dice:
«El mensaje está muy al alcance de la mano,
está en tus labios y en tu corazón».
Y ese mensaje es el mismo mensaje que nosotros predicamos acerca de la
fe: Si declaras abiertamente que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que
Dios lo levantó de los muertos, serás salvo. Pues es por creer en tu corazón
que eres hecho justo a los ojos de D
ios y es por declarar abiertamente tu fe
que eres salvo. Como nos dicen las Escrituras: «Todo el que confíe en él
jamás será avergonzado». No hay diferencia entre los judíos y los gentiles
en ese sentido. Ambos tienen al mismo Señor, quien da con generosidad a
todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoque el nombre del Señor
será salvo».
¿Pero cómo pueden ellos invocarlo para que los salve si no creen en él?
¿Y cómo pueden creer en él si nunca han oído de él? ¿Y cómo pueden oír
de él a menos que alguien se lo diga? ¿Y cómo irá alguien a contarles sin
ser enviado? Por eso, las Escrituras dicen: «¡Qué hermosos son los pies
de los mensajeros que traen buenas noticias!».
Sin embargo, no todos aceptan la B
uena N
oticia, porque el profeta Isaías
dijo: «Señor, ¿quién ha creído nuestro mensaje?». Así que la fe viene por
oír, es decir, por oír la Buena Noticia acerca de Cristo. Pero pregunto: ¿de
verdad el pueblo de Israel oyó el mensaje? Claro que sí.
«El mensaje se ha difundido por toda la tierra,
y sus palabras, por todo el mundo».
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