Inmersion Mesias - Flipbook - Página 216
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INMERSIÓN
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MESÍAS
8:6-24
piensan en las cosas que agradan al Espíritu. Por lo tanto, permitir que la
naturaleza pecaminosa les controle la mente lleva a la muerte. Pero per
mitir que el Espíritu les controle la mente lleva a la vida y a la paz. Pues la
naturaleza pecaminosa es enemiga de Dios siempre. Nunca obedeció las
leyes de Dios y jamás lo hará. Por eso, los que todavía viven bajo el domi
nio de la naturaleza pecaminosa nunca pueden agradar a Dios.
Pero ustedes no están dominados por su naturaleza pecaminosa. Son
controlados por el Espíritu si el Espíritu de Dios vive en ustedes. (Y re
cuerden que los que no tienen al E
spíritu de C
risto en ellos, de ninguna
manera pertenecen a él). Y Cristo vive en ustedes; entonces, aunque el
cuerpo morirá por causa del pecado, el Espíritu les da vida, porque uste
des ya fueron hechos justos a los ojos de Dios. El Espíritu de Dios, quien
levantó a Jesús de los muertos, vive en ustedes; y así como Dios levantó a
Cristo J esús de los muertos, él dará vida a sus cuerpos mortales mediante
el mismo Espíritu, quien vive en ustedes.
Por lo tanto, amados hermanos, no están obligados a hacer lo que su
naturaleza pecaminosa los incita a hacer; pues, si viven obedeciéndola,
morirán; pero si mediante el poder del Espíritu hacen morir las acciones
de la naturaleza pecaminosa, vivirán. Pues todos los que son guiados por
el Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Y ustedes no han recibido un espíritu que los esclavice al miedo. En
cambio, recibieron el E
spíritu de D
ios cuando él los adoptó como sus pro
pios hijos. Ahora lo llamamos «Abba, P
adre». Pues su Espíritu se une a
nuestro espíritu para confirmar que somos hijos de D
ios. Así que como
somos sus hijos, también somos sus herederos. De hecho, somos herede
ros junto con C
risto de la gloria de D
ios; pero si vamos a participar de su
gloria, también debemos participar de su sufrimiento.
Sin embargo, lo que ahora sufrimos no es nada comparado con la gloria
que él nos revelará más adelante. Pues toda la creación espera con anhelo
el día futuro en que Dios revelará quiénes son verdaderamente sus hijos.
Contra su propia voluntad, toda la creación quedó sujeta a la maldición
de Dios. Sin embargo, con gran esperanza, la creación espera el día en que
será liberada de la muerte y la descomposición, y se unirá a la gloria de los
hijos de Dios. Pues sabemos que, hasta el día de hoy, toda la creación gime
de angustia como si tuviera dolores de parto; y los creyentes también ge
mimos —aunque tenemos al Espíritu Santo en nosotros como una mues
tra anticipada de la gloria futura— porque anhelamos que nuestro cuerpo
sea liberado del pecado y el sufrimiento. Nosotros también deseamos con
una esperanza ferviente que llegue el día en que D
ios nos dé todos nues
tros derechos como sus hijos adoptivos, incluido el nuevo cuerpo que nos
prometió. Recibimos esa esperanza cuando fuimos salvos. (Si uno ya tiene
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