Inmersion Mesias - Flipbook - Página 200
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INMERSIÓN
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MESÍAS
5:13–6:6
Pues ustedes, mis hermanos, han sido llamados a vivir en libertad; pero no
usen esa libertad para satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa. Al
contrario, usen la libertad para servirse unos a otros por amor. Pues toda
la ley puede resumirse en un solo mandato: «Ama a tu prójimo como a ti
mismo», pero si están siempre mordiéndose y devorándose unos a otros,
¡tengan cuidado! Corren peligro de destruirse unos a otros.
Por eso les digo: dejen que el Espíritu Santo los guíe en la vida. Entonces
no se dejarán llevar por los impulsos de la naturaleza pecaminosa. La na
turaleza pecaminosa desea hacer el mal, que es precisamente lo contrario
de lo que quiere el Espíritu. Y el E
spíritu nos da deseos que se oponen
a lo que desea la naturaleza pecaminosa. Estas dos fuerzas luchan cons
tantemente entre sí, entonces ustedes no son libres para llevar a cabo sus
buenas intenciones, pero cuando el E
spíritu los guía, ya no están obligados
a cumplir la ley de Moisés.
Cuando ustedes siguen los deseos de la naturaleza pecaminosa, los re
sultados son más que claros: inmoralidad sexual, impureza, pasiones sen
suales, idolatría, hechicería, hostilidad, peleas, celos, arrebatos de furia,
ambición egoísta, discordias, divisiones, envidia, borracheras, fiestas des
enfrenadas y otros pecados parecidos. Permítanme repetirles lo que les
dije antes: cualquiera que lleve esa clase de vida no heredará el reino de
Dios.
En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra
vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humil
dad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!
Los que pertenecen a Cristo J esús han clavado en la cruz las pasiones y
los deseos de la naturaleza pecaminosa y los han crucificado allí. Ya que
vivimos por el Espíritu, sigamos la guía del Espíritu en cada aspecto de
nuestra vida. No nos hagamos vanidosos ni nos provoquemos unos a otros
ni tengamos envidia unos de otros.
Amados hermanos, si otro creyente está dominado por algún pecado, us
tedes, que son espirituales, deberían ayudarlo a volver al camino recto con
ternura y humildad. Y tengan mucho cuidado de no caer ustedes en la
misma tentación. Ayúdense a llevar los unos las cargas de los otros, y obe
dezcan de esa manera la ley de Cristo. Si te crees demasiado importante
para ayudar a alguien, solo te engañas a ti mismo. No eres tan importante.
Presta mucha atención a tu propio trabajo, porque entonces obtendrás
la satisfacción de haber hecho bien tu labor y no tendrás que compararte
con nadie. Pues cada uno es responsable de su propia conducta.
Los que reciben enseñanza de la palabra de Dios deberían proveer a las
necesidades de sus maestros, compartiendo todas las cosas buenas con
ellos.
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