Inmersion Mesias - Flipbook - Página 188
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INMERSIÓN
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MESÍAS
11:33–12:18
bajo el mando del rey Aretas puso guardias en las puertas de la ciudad para
atraparme. Tuvieron que descolgarme en un canasto por una ventana en
el muro de la ciudad para que escapara de él.
Mi jactancia no servirá de nada, sin embargo, debo seguir adelante. A mi
pesar contaré acerca de visiones y revelaciones que provienen del Señor.
Hace catorce años fui llevado hasta el tercer cielo. Si fue en mi cuerpo o
fuera de mi cuerpo no lo sé; solo Dios lo sabe. Es cierto, solo Dios sabe
si estaba yo en mi cuerpo o fuera del cuerpo; pero sí sé que fui llevado al
paraíso y oí cosas tan increíbles que no pueden expresarse con palabras,
cosas que a ningún humano se le permite contar.
De esa experiencia vale la pena jactarse, pero no voy a hacerlo. Sola
mente me jactaré de mis debilidades. Si quisiera jactarme, no sería ningún
necio al hacerlo porque estaría diciendo la verdad; pero no lo haré, porque
no quiero que nadie me atribuya méritos más allá de lo que pueda verse
en mi vida u oírse en mi mensaje, aun cuando he recibido de Dios revela
ciones tan maravillosas. Así que, para impedir que me volviera orgulloso,
se me dio una espina en mi carne, un mensajero de Satanás para atormen
tarme e impedir que me volviera orgulloso.
En tres ocasiones distintas, le supliqué al Señor que me la quitara. Cada
vez él me dijo: «Mi gracia es todo lo que necesitas; mi poder actúa mejor en
la debilidad». Así que ahora me alegra jactarme de mis debilidades, para que
el poder de Cristo pueda actuar a través de mí. Es por esto que me deleito
en mis debilidades, y en los insultos, en privaciones, persecuciones y difi
cultades que sufro por Cristo. Pues, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
Ustedes hicieron que me comportara como un necio. Deberían estar es
cribiendo elogios acerca de mí, porque no soy de ninguna manera inferior
a esos «superapóstoles», aun cuando no soy nada en absoluto. Cuando
estuve con ustedes les di pruebas de que soy un apóstol. Pues con pacien
cia hice muchas señales, maravillas y milagros entre ustedes. Lo único que
no hice, y que sí hago en las demás iglesias, fue convertirme en una carga
financiera para ustedes. Por favor, ¡perdónenme por esta falta!
Ahora voy a visitarlos por tercera vez y no les seré una carga. No busco
lo que tienen, los busco a ustedes mismos. Después de todo, los hijos no
mantienen a los padres. Al contrario, son los padres quienes mantienen
a sus hijos. Con gusto me desgastaré por ustedes y también gastaré todo
lo que tengo, aunque parece que cuanto más los amo, menos me aman
ustedes a mí.
Algunos de ustedes admiten que no les fui una carga, pero otros todavía
piensan que fui muy astuto y que me aproveché de ustedes con engaños.
¿Pero cómo? ¿Acaso alguno de los hombres que les envié se aprovechó
de ustedes? Cuando le pedí a Tito que los visitara y envié con él al otro
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