Inmersion Mesias - Flipbook - Página 163
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1 C orintios
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En las siguientes instrucciones, no puedo elogiarlos. Pues parece que
hacen más daño que bien cuando se juntan. Primero, oigo que hay divisio
nes entre ustedes cuando se reúnen como iglesia y, hasta cierto punto, lo
creo. Así que, ¡por supuesto que tiene que haber divisiones entre ustedes,
para que los que tienen la aprobación de Dios sean reconocidos!
Cuando ustedes se reúnen, la verdad es que no les interesa la Cena del
Señor. Pues algunos se apresuran a comer su propia comida y no la com
parten con los demás. Como resultado, algunos se quedan con hambre
mientras que otros se emborrachan. ¿Qué? ¿Acaso no tienen sus propias
casas para comer y beber? ¿O de veras quieren deshonrar a la iglesia de
Dios y avergonzar a los pobres? ¿Qué se supone que debo decir? ¿Quieren
que los elogie? Pues bien, ¡de ninguna manera los elogiaré por esto!
Pues yo les transmito lo que recibí del Señor mismo. La noche en que
fue traicionado, el S eñor Jesús tomó pan y dio gracias a D
ios por ese pan.
Luego lo partió en trozos y dijo: «Esto es mi cuerpo, el cual es entregado
por ustedes. Hagan esto en memoria de mí». De la misma manera, tomó
en sus manos la copa de vino después de la cena, y dijo: «Esta copa es el
nuevo pacto entre Dios y su pueblo, un acuerdo confirmado con mi sangre.
Hagan esto en memoria de mí todas las veces que la beban». Pues, cada
vez que coman este pan y beban de esta copa, anuncian la muerte del Señor
hasta que él vuelva.
Por lo tanto, cualquiera que coma este pan o beba de esta copa del S eñor
en forma indigna es culpable de pecar contra el cuerpo y la sangre del
Señor. Por esta razón, cada uno debería examinarse a sí mismo antes de
comer el pan y beber de la copa. Pues, si alguno come el pan y bebe de la
copa sin honrar el cuerpo de C
risto, come y bebe el juicio de D
ios sobre
sí mismo. Esa es la razón por la que muchos de ustedes son débiles y están
enfermos y algunos incluso han muerto.
Si nos examináramos a nosotros mismos, Dios no nos juzgaría de esa
manera. Sin embargo, cuando el Señor nos juzga, nos está disciplinando
para que no seamos condenados junto con el mundo.
Así que, mis amados hermanos, cuando se reúnan para la Cena del
Señor, espérense unos a otros. Si de veras tienen hambre, que cada uno
coma en su casa, a fin de no traer juicio sobre ustedes mismos cuando se
reúnan. Les daré instrucciones sobre los demás asuntos después de mi
llegada.
Ahora, amados hermanos, con respecto a la pregunta acerca de las capa
cidades especiales que el Espíritu nos da, no quiero que lo malentiendan.
Ustedes saben que, cuando todavía eran paganos, fueron llevados por
mal camino y arrastrados a rendir culto a ídolos mudos. Por lo tanto,
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