Inmersion Mesias - Flipbook - Página 160
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INMERSIÓN
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MESÍAS
9:15–10:5
el Señor ordenó que los que predican la B
uena Noticia sean sostenidos
por los que reciben el beneficio del mensaje. Sin embargo, yo jamás me he
valido de ninguno de esos derechos. Y no escribo esto para sugerir que es
mi deseo comenzar a hacerlo ahora. De hecho, preferiría morir antes que
perder mi derecho a jactarme de predicar sin cobrar. Sin embargo, predicar
la Buena N
oticia no es algo de lo que pueda jactarme. Estoy obligado por
Dios a hacerlo. ¡Qué terrible sería para mí si no predicara la B
uena Noticia!
Si lo hiciera por mi propia iniciativa, merecería que me paguen; pero no
tengo opción, porque Dios me ha encomendado este deber sagrado. ¿Cuál
es, entonces, mi paga? Es la oportunidad de predicar la Buena Noticia sin
cobrarle a nadie. Por esa razón, nunca reclamo mis derechos cuando pre
dico la B
uena Noticia.
A pesar de que soy un hombre libre y sin amo, me he hecho esclavo de
todos para llevar a muchos a Cristo. Cuando estaba con los judíos, vivía
como un judío para llevar a los judíos a Cristo. Cuando estaba con los que
siguen la ley judía, yo también vivía bajo esa ley. A pesar de que no estoy
sujeto a la ley, me sujetaba a ella para poder llevar a Cristo a los que están
bajo la ley. Cuando estoy con los gentiles, quienes no siguen la ley judía, yo
también vivo independiente de esa ley para poder llevarlos a Cristo; pero
no ignoro la ley de D
ios, obedezco la ley de Cristo.
Cuando estoy con los que son débiles, me hago débil con ellos, porque
deseo llevar a los débiles a Cristo. Sí, con todos trato de encontrar algo que
tengamos en común, y hago todo lo posible para salvar a algunos. Hago
lo que sea para difundir la Buena Noticia y participar de sus bendiciones.
¿No se dan cuenta de que en una carrera todos corren, pero solo una
persona se lleva el premio? ¡Así que c orran para ganar! Todos los atletas
se entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desva
necerá, pero nosotros lo hacemos por un premio eterno. Por eso yo corro
cada paso con propósito. No solo doy golpes al aire. Disciplino mi cuerpo
como lo hace un atleta, lo entreno para que haga lo que debe hacer. De
lo contrario, temo que, después de predicarles a otros, yo mismo quede
descalificado.
Amados hermanos, no quiero que se olviden de lo que les sucedió a nues
tros antepasados hace mucho tiempo en el desierto. Todos fueron guiados
por una nube que iba delante de ellos y todos caminaron a través del mar
sobre t ierra seca. Todos ellos fueron bautizados en la nube y en el mar
como seguidores de M
oisés. Todos comieron el mismo alimento espiri
tual y todos bebieron la misma agua espiritual. Pues bebieron de la roca
espiritual que viajaba con ellos, y esa roca era Cristo. Sin embargo, D
ios
no se agradó con la mayoría de ellos, y sus cuerpos fueron dispersados
por el desierto.
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