Inmersion Mesias - Flipbook - Página 153
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la vida y la muerte, o el presente y el futuro. Todo les pertenece a ustedes,
y ustedes pertenecen a Cristo, y Cristo pertenece a D
ios.
Así que, a Apolos y a mí, considérennos como simples siervos de Cristo,
a quienes se nos encargó la tarea de explicar los misterios de Dios. Ahora
bien, alguien que recibe el cargo de administrador debe ser fiel. En cuanto
a mí, me importa muy poco cómo me califiquen ustedes o cualquier au
toridad humana. Ni siquiera confío en mi propio juicio en este sentido.
Tengo la conciencia limpia, pero eso no demuestra que yo tenga razón. Es
el Señor mismo quien me evaluará y tomará la decisión.
Así que no juzguen a nadie antes de tiempo, es decir, antes de que el
Señor vuelva. Pues él sacará a la luz nuestros secretos más oscuros y reve
lará nuestras intenciones más íntimas. Entonces Dios le dará a cada uno el
reconocimiento que le corresponda.
Amados hermanos, puse el caso de Apolos y el mío propio como ilustra
ción de lo que les vengo diciendo. Si prestan atención a lo que les cité de
las Escrituras, no estarán orgullosos de uno de sus líderes a costa de otro.
Pues, ¿qué derecho tienen a juzgar así? ¿Qué tienen que D
ios no les haya
dado? Y si todo lo que tienen proviene de Dios, ¿por qué se jactan como
si no fuera un regalo?
Ustedes piensan que ya tienen todo lo que necesitan. Creen que ya son
ricos. ¡Hasta han comenzado a reinar sin nosotros en el reino de D
ios!
Yo desearía que en verdad ya estuvieran reinando, porque entonces noso
tros estaríamos reinando con ustedes. A veces pienso que a nosotros, los
apóstoles, Dios nos puso en exhibición como prisioneros de guerra al final
del desfile del vencedor, condenados a muerte. Nos hemos convertido en
un espectáculo para el mundo entero, tanto para la gente como para los
ángeles.
Nuestra entrega a C
risto nos hace parecer tontos, en cambio, ¡ustedes
afirman ser tan sabios en C
risto! Nosotros somos débiles, ¡pero ustedes
son tan poderosos! A ustedes los estiman, ¡a nosotros nos ridiculizan! In
cluso ahora mismo pasamos hambre y tenemos sed y nos falta ropa para
abrigarnos. A menudo somos golpeados y no tenemos casa. Nos cansamos
trabajando con nuestras manos para ganarnos la vida. Bendecimos a los
que nos maldicen. Somos pacientes con los que nos maltratan. Responde
mos con gentileza cuando dicen cosas malas de nosotros. Aun así se nos
trata como la basura del mundo, como el desperdicio de todos, hasta este
preciso momento.
No les escribo estas cosas para avergonzarlos, sino para advertirles como
mis amados hijos. Pues, aunque tuvieran diez mil maestros que les ense
ñaran acerca de Cristo, tienen solo un padre espiritual. Pues me convertí
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