Inmersion Mesias - Flipbook - Página 138
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INMERSIÓN
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MESÍAS
4:4–5:4
pecado sexual. Como resultado cada uno controlará su propio cuerpo y
vivirá en santidad y honor, no en pasiones sensuales como viven los paga
nos, que no conocen a Dios ni sus caminos. Nunca hagan daño ni engañen
a otro creyente en este asunto, teniendo relaciones sexuales con su esposa,
porque el S eñor toma venganza de todos esos pecados, como ya les hemos
advertido solemnemente. D
ios nos ha llamado a vivir vidas santas, no im
puras. Por lo tanto, todo el que se niega a vivir de acuerdo con estas reglas
no desobedece enseñanzas humanas sino que rechaza a Dios, quien les da
el Espíritu Santo.
Pero no hace falta que les escribamos sobre la importancia de amarse mu
tuamente, pues Dios mismo les ha enseñado a amarse unos a otros. Es más,
ustedes ya muestran amor por todos los creyentes en toda Macedonia.
Aun así, amados hermanos, les rogamos que los amen todavía más.
Pónganse como objetivo vivir una vida tranquila, ocúpense de sus pro
pios asuntos y trabajen con sus manos, tal como los instruimos anterior
mente. Entonces aquellos que no son creyentes respetarán la manera en
que ustedes viven, y ustedes no tendrán que depender de otros.
Y ahora, amados hermanos, queremos que sepan lo que sucederá con los
creyentes que han muerto, para que no se entristezcan como los que no tie
nen esperanza. Pues, ya que creemos que J esús murió y resucitó, también
creemos que cuando J esús vuelva, D
ios traerá junto con él a los creyentes
que hayan muerto.
Les decimos lo siguiente de parte del Señor: nosotros, los que todavía
estemos vivos cuando el S eñor regrese, no nos encontraremos con él antes
de los que ya hayan muerto. Pues el Señor mismo descenderá del cielo con
un grito de mando, con voz de arcángel y con el llamado de trompeta de
Dios. Primero, los creyentes que hayan muerto se levantarán de sus tum
bas. Luego, junto con ellos, nosotros, los que aún sigamos vivos sobre la
tierra, seremos arrebatados en las nubes para encontrarnos con el Señor en
el aire. Entonces estaremos con el S eñor para siempre. Así que anímense
unos a otros con estas palabras.
Ahora bien, amados hermanos, con respecto a cómo y cuándo sucederá
todo esto, en realidad no es necesario que les escribamos. Pues ustedes
saben muy bien que el día del regreso del S eñor llegará inesperadamente,
como un ladrón en la noche. Cuando la gente esté diciendo: «Todo está
tranquilo y seguro», entonces le caerá encima la catástrofe tan repentina
mente como le vienen los dolores de parto a una mujer embarazada; y no
habrá escapatoria posible.
Pero ustedes, amados hermanos, no están a oscuras acerca de estos
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