Inmersion Mesias - Flipbook - Página 126
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INMERSIÓN
•
MESÍAS
26:10-28
oponerme al nombre de Jesús de Nazaret. Por cierto, eso fue justo lo que
hice en Jerusalén. Con la autorización de los sacerdotes principales, hice
que muchos creyentes de allí fueran enviados a la cárcel. Di mi voto en con
tra de ellos cuando los condenaban a muerte. Muchas veces hice que los
castigaran en las sinagogas para que maldijeran a Jesús. Estaba tan violen
tamente en contra de ellos que los perseguí hasta en ciudades extranjeras.
»Cierto día, yo me dirigía a Damasco para cumplir esa misión respal
dado por la autoridad y el encargo de los sacerdotes principales. Cerca
del mediodía, su majestad, mientras iba de camino, una luz del cielo, más
intensa que el sol, brilló sobre mí y mis compañeros. Todos caímos al suelo
y escuché una voz que me decía en arameo: “Saulo, Saulo, ¿por qué me
persigues? Es inútil que luches contra mi voluntad”.
»“¿Quién eres, señor?”, pregunté.
»Y el Señor contestó: “Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Ahora, ¡le
vántate! Pues me aparecí ante ti para designarte como mi siervo y testigo.
Dile a la gente que me has visto y lo que te mostraré en el futuro. Y yo te
rescataré de tu propia gente y de los gentiles. Sí, te envío a los gentiles para
que les abras los ojos, a fin de que pasen de la oscuridad a la luz, y del poder
de Satanás a D
ios. Entonces recibirán el perdón de sus pecados y se les
dará un lugar entre el pueblo de Dios, el cual es apartado por la fe en mí”.
»Por lo tanto, rey Agripa, obedecí esa visión del cielo. Primero les pre
diqué a los de Damasco, luego en Jerusalén y por toda Judea, y también a
los gentiles: que todos tienen que arrepentirse de sus pecados y volver a
Dios, y demostrar que han cambiado, por medio de las cosas buenas que
hacen. Unos judíos me arrestaron en el templo por predicar esto y trataron
de matarme; pero Dios me ha protegido hasta este mismo momento para
que yo pueda dar testimonio a todos, desde el menos importante hasta el
más importante. Yo no enseño nada fuera de lo que los profetas y M
oisés
dijeron que sucedería: que el Mesías sufriría y que sería el primero en re
sucitar de los muertos, y de esta forma anunciaría la luz de D
ios tanto a
judíos como a gentiles por igual».
De repente Festo gritó:
—Pablo, estás loco. ¡Tanto estudio te ha llevado a la locura!
Pero Pablo respondió:
—No estoy loco, excelentísimo Festo. Lo que digo es la pura verdad, y
el rey Agripa sabe de estas cosas. Yo hablo con atrevimiento porque estoy
seguro de que todos estos acontecimientos le son familiares, ¡pues no se
hicieron en un rincón! Rey Agripa, ¿usted les cree a los profetas? Yo sé
que sí.
Agripa lo interrumpió:
—¿Acaso piensas que puedes persuadirme para que me convierta en
cristiano en tan poco tiempo?
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