Inmersion Mesias - Flipbook - Página 123
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L U C A S – H echos
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me preste atención solo por un momento. Hemos descubierto que este
hombre es un alborotador que constantemente provoca disturbios entre
los judíos por todo el mundo. Es un cabecilla de la secta conocida como
“los nazarenos”. Además, trataba de profanar el templo cuando lo arresta
mos. Puede averiguar la veracidad de nuestras acusaciones si lo interroga
usted mismo». Así que los demás judíos intervinieron, declarando que
todo lo que Tértulo había dicho era cierto.
Entonces el gobernador le hizo una seña a Pablo para que hablara. Y
Pablo dijo: «Yo sé, señor, que usted ha sido juez de asuntos judíos du
rante muchos años, por lo tanto, presento con gusto mi defensa ante usted.
Con facilidad puede averiguar que llegué a Jerusalén hace no más de doce
días para adorar en el templo. Los que me acusan nunca me encontraron
discutiendo con nadie en el templo ni provocando disturbios en ninguna
sinagoga o en las calles de la ciudad. Estos hombres no pueden probar las
cosas por las cuales me acusan.
»Pero admito que soy seguidor del Camino, al cual ellos llaman secta.
Adoro al D
ios de nuestros antepasados y firmemente creo en la ley judía y
en todo lo que escribieron los profetas. Tengo la misma esperanza en Dios
que la que tienen estos hombres, la esperanza de que él resucitará tanto
a los justos como a los injustos. Por esto, siempre trato de mantener una
conciencia limpia delante de Dios y de toda la gente.
»Después de estar ausente durante varios años, regresé a Jerusalén
con dinero para ayudar a mi pueblo y para ofrecer sacrificios a Dios. Los
que me acusan me vieron en el templo mientras yo terminaba una ce
remonia de purificación. No había ninguna multitud a mi alrededor ni
ningún disturbio; pero algunos judíos de la provincia de Asia estaban allí,
¡y ellos deberían estar aquí para presentar cargos si es que tienen algo en
mi contra! Pregúnteles a estos hombres que están aquí de qué crimen me
encontró culpable el Concilio Supremo judío, excepto por una sola vez
que grité: “¡Hoy se me juzga ante ustedes porque creo en la resurrección
de los muertos!”».
En ese momento, Félix, quien estaba bastante familiarizado con el Ca
mino, levantó la sesión y dijo: «Esperen hasta que llegue Lisias, el coman
dante de la guarnición. Entonces tomaré una decisión sobre el caso». Le
ordenó a un oficial que mantuviera a Pablo bajo custodia pero le diera
ciertas libertades y permitiera que sus amigos lo visitaran y se encargaran
de sus necesidades.
Unos días después, Félix regresó con su esposa, Drusila, quien era judía.
Mandó llamar a Pablo, y lo escucharon mientras les habló acerca de la fe en
Cristo J esús. Al razonar Pablo con ellos acerca de la justicia, el control pro
pio y el día de juicio que vendrá, Félix se llenó de miedo. «Vete por ahora
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