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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
2C | 20:11-25
destruyeron. ¡Mira cómo nos pagan ahora, porque han venido para echarnos de tu tierra, la cual nos diste como herencia! Oh Dios nuestro, ¿no los
vas a detener? Somos impotentes ante este ejército poderoso que está a
punto de atacarnos. No sabemos qué hacer, pero en ti buscamos ayuda».
Mientras todos los hombres de Judá estaban de pie ante el Señor junto
con sus esposas, sus hijos y aun los niños pequeños, el Espíritu del Señor
vino sobre uno de los hombres allí presentes. Se llamaba Jahaziel, hijo de
Zacarías, hijo de Benaía, hijo de Jeiel, hijo de Matanías, un levita, quien
era un descendiente de Asaf.
Dijo: «¡Escuchen habitantes de Judá y de Jerusalén! ¡Escuche, rey Josafat! Esto dice el Señor: “¡No tengan miedo! No se desalienten por este
poderoso ejército, porque la batalla no es de ustedes sino de D
ios. Mañana,
marchen contra ellos. Los encontrarán subiendo por la cuesta de Sis al
extremo del valle que da al desierto de Jeruel. Sin embargo, ustedes ni siquiera tendrán que luchar. Tomen sus posiciones; luego quédense quietos
y observen la victoria del S eñor. Él está con ustedes, pueblo de Judá y de
Jerusalén. No tengan miedo ni se desalienten. ¡Salgan mañana contra ellos,
porque el Señor está con ustedes!”».
Entonces el rey Josafat se inclinó rostro en t ierra y todo el pueblo de Judá
y de Jerusalén hizo lo mismo en adoración al Señor. Después los levitas
de los clanes de Coat y de Coré se pusieron de pie para alabar a viva voz al
Señor, Dios de Israel.
Temprano a la mañana siguiente, el ejército de Judá salió al desierto de
Tecoa. De camino, el rey Josafat se detuvo y dijo: «¡Escúchenme, habitantes de Judá y de Jerusalén! Crean en el Señor su Dios y podrán permanecer firmes. Créanles a sus profetas y tendrán éxito».
Después de consultar con el pueblo, el rey nombró cantores que caminaran delante del ejército cantando al Señor y alabándolo por su santo
esplendor. Esto es lo que cantaban:
«¡Den gracias al Señor;
su fiel amor perdura para siempre!».
Cuando comenzaron a cantar y a dar alabanzas, el Señor hizo que los
ejércitos de Amón, de Moab y del monte Seir comenzaran a luchar entre
sí. Los ejércitos de Moab y de Amón se volvieron contra sus aliados del
monte Seir y mataron a todos y a cada uno de ellos. Después de destruir
al ejército de Seir, empezaron a atacarse entre sí. De modo que cuando el
ejército de Judá llegó al puesto de observación en el desierto, no vieron
más que cadáveres hasta donde alcanzaba la vista. Ni un solo enemigo
había escapado con vida.
El rey Josafat y sus hombres salieron a recoger el botín. Encontraron una
enorme cantidad de objetos, vestidos y otros artículos valiosos, más de lo