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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
2C | 15:18–16:12
no se quitaron los santuarios paganos de I srael, el corazón de Asa se mantuvo totalmente fiel durante toda su vida. Llevó al templo de D
ios la plata,
el oro y los diversos objetos que él y su padre habían dedicado.
Así que no hubo más g uerra hasta el año treinta y cinco del reinado de
Asa.
En el año treinta y seis del reinado de Asa, Baasa, rey de Israel, invadió
Judá y fortificó Ramá para que nadie pudiera entrar ni salir del territorio
del rey Asa en Judá.
En respuesta, Asa retiró la plata y el oro de los tesoros del templo del
Señor y del palacio real. Los envió al rey Ben-adad de Aram, quien gobernaba en Damasco, junto con el siguiente mensaje:
«Hagamos un tratado, tú y yo, como hicieron tu padre y mi padre.
Mira, te envío plata y oro. Rompe el tratado con el rey Baasa de Israel,
para que me deje en paz».
Ben-adad aceptó la propuesta del rey Asa y envió a los comandantes de
su ejército a atacar las ciudades de I srael. Ellos conquistaron las ciudades
de Ijón, Dan y Abel-bet-maaca y todas las ciudades de almacenamiento de
Neftalí. Apenas Baasa de Israel se enteró de lo que ocurría, abandonó el
proyecto de fortificar Ramá y detuvo todo el trabajo. Entonces el rey Asa
convocó a todos los hombres de Judá para que transportaran las piedras
de construcción y la madera que Baasa había estado usando para fortificar
Ramá. Asa empleó esos mismos materiales para fortificar las ciudades de
Geba y Mizpa.
En ese tiempo, Hananí el vidente fue a ver al rey Asa y le dijo: «Por
cuanto pusiste tu confianza en el rey de Aram en lugar de confiar en el
Señor tu Dios, perdiste la oportunidad de destruir al ejército del rey
de Aram. ¿No recuerdas lo que les pasó a los etíopes y a los libios y a su
enorme ejército, junto con todos sus carros de guerra y los conductores?
En ese tiempo, confiaste en el Señor, y él los entregó en tus manos. Los
ojos del Señor recorren toda la t ierra para fortalecer a los que tienen el
corazón totalmente comprometido con él. ¡Qué necio has sido! ¡De ahora
en adelante estarás en g uerra!».
Asa se enojó tanto con Hananí por haberle dicho esto, que lo echó en la
cárcel y lo puso en el cepo. En ese tiempo, Asa también comenzó a oprimir
a algunos de su pueblo.
Los demás acontecimientos del reinado de Asa, desde el principio hasta
el fin, están registrados en El libro de los reyes de Judá y de I srael. En el año
treinta y nueve de su reinado, Asa contrajo una enfermedad grave en los
pies. A pesar de lo grave que era, no buscó la ayuda del S eñor, sino que