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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
2C | 10:11–11:11
—Así debería responder a esos que se quejan de todo y que quieren una
carga más liviana: “¡Mi dedo meñique es más grueso que la cintura de mi
padre! Es cierto que mi padre les impuso cargas pesadas, ¡pero yo las haré
aún más pesadas! ¡Mi padre los golpeaba con látigos, pero yo los azotaré
con escorpiones!”.
Tres días después, Jeroboam y toda la gente regresaron para conocer la
decisión de Roboam, tal como el rey había ordenado. Entonces Roboam
les habló con dureza porque rechazó el consejo de los ancianos y siguió
el consejo de los más jóvenes. Así que le dijo al pueblo: «Mi padre les
impuso cargas pesadas, ¡pero yo las haré aún más pesadas! Mi padre los
golpeaba con látigos, ¡pero yo los azotaré con escorpiones!».
Por lo tanto, el rey no prestó atención al pueblo. Este giro en la historia
ocurrió por voluntad de Dios, porque cumplía el mensaje que el Señor le
había dado a Jeroboam, hijo de Nabat, por medio del profeta Ahías de Silo.
Cuando todos los israelitas se dieron cuenta de que el rey no iba a hacerles caso, respondieron:
«¡Abajo la dinastía de David!
No nos interesa para nada el hijo de Isaí.
¡Regresa a tu casa, Israel!
Y tú, David, ¡cuida de tu propia casa!».
Entonces el pueblo de Israel regresó a casa; pero Roboam siguió gobernando a los israelitas que vivían en las ciudades de Judá.
Luego el rey Roboam envió a Adoniram, quien estaba a cargo del trabajo
forzado, a restaurar el orden, pero el pueblo de I srael lo apedreó a muerte.
Cuando el rey Roboam se enteró, enseguida subió a su c arro de g uerra y
huyó a Jerusalén. Hasta el día de hoy, las tribus del norte de Israel se han
negado a ser gobernadas por un descendiente de David.
Cuando Roboam llegó a Jerusalén, movilizó a los hombres de Judá y de
Benjamín —ciento ochenta mil guerreros selectos— para pelear contra
Israel y recuperar el reino.
Ahora bien, el Señor le dijo a Semaías, hombre de Dios: «Diles a Roboam, hijo de Salomón, rey de Judá, y a todos los israelitas de Judá y de
Benjamín: “Esto dice el S eñor: ‘No peleen contra sus parientes. ¡Regrese
cada uno a su casa, porque lo que ha sucedido es obra mía!’”». Entonces
ellos obedecieron el mensaje del Señor y no pelearon contra Jeroboam.
Roboam permaneció en Jerusalén y fortificó varias ciudades para la defensa de Judá. Fortificó Belén, Etam, Tecoa, Bet-sur, Soco, Adulam, Gat,
Maresa, Zif, Adoraim, Laquis, Azeca, Zora, Ajalón y Hebrón. Estas fueron las ciudades fortificadas de Judá y de Benjamín. Roboam reforzó sus
defensas y estableció comandantes en ellas, y almacenó provisiones de