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C rónicas – E S D R A S – N E H E M Í A S
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el altar de oro;
las mesas para el pan de la Presencia;
los candelabros y sus lámparas de oro macizo, para que ardieran frente
al Lugar Santísimo, como está establecido;
las decoraciones de flores, las lámparas y las tenazas, todo del oro más
puro;
las despabiladeras para las lámparas, los tazones, los cucharones y los
recipientes para quemar incienso, todo de oro macizo;
las puertas para las entradas al Lugar Santísimo y al salón principal del
templo, revestidas de oro.
Así terminó Salomón todo su trabajo para el templo del Señor. Luego
trajo todos los obsequios que su padre David había consagrado —la plata,
el oro y los diversos objetos— y los guardó en los tesoros del templo de
Dios.
Entonces Salomón mandó llamar a los ancianos de I srael y a todos los
jefes de las tribus —los líderes de las familias patriarcales de I srael— para
que fueran a Jerusalén. Ellos debían trasladar el arca del pacto del S eñor
desde su sitio en la C
iudad de David, también conocida como Sión, hasta
el templo. Así que todos los hombres de Israel se reunieron ante el rey durante el Festival de las Enramadas, que se celebra anualmente a comienzos
del otoño.
Una vez que estaban presentes todos los ancianos de I srael, los levitas
levantaron el arca. Los sacerdotes y los levitas trasladaron el arca junto con
la carpa especial y todos los objetos sagrados que había en ella. Delante
del arca, el rey Salomón y toda la comunidad de I srael sacrificaron ovejas,
cabras y ganado, ¡en tal cantidad que fue imposible llevar la cuenta!
Luego los sacerdotes llevaron el arca del pacto del Señor al santuario
interior del templo —el L
ugar Santísimo— y la colocaron bajo las alas de
los querubines. Los querubines extendían sus alas por encima del arca y
formaban una especie de cubierta sobre el arca y las varas para transportarla. Estas varas eran tan largas que los extremos podían verse desde el
Lugar Santo, que está delante del Lugar Santísimo, pero no desde afuera;
y allí permanecen hasta el día de hoy. Lo único que había dentro del arca
eran las dos tablas de piedra que M
oisés había colocado en ella en el monte
Sinaí, donde el S eñor hizo un pacto con los israelitas cuando partieron
de Egipto.
Luego los sacerdotes salieron del L
ugar Santo. Todos los sacerdotes
presentes se habían purificado, estuvieran o no de turno ese día. Los levitas que eran músicos —Asaf, Hemán, Jedutún y todos sus hijos y hermanos—, vestidos de mantos de lino fino, estaban de pie en el lado oriental