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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
1C | 21:14-29
Mejor que caiga yo en las manos del S eñor, porque su misericordia es
muy grande, y que no caiga yo en manos humanas.
Por lo tanto, el S eñor mandó una plaga sobre I srael, y como consecuencia murieron setenta mil personas. Además D
ios envió un ángel para
destruir a Jerusalén. Sin embargo, en el momento que el ángel se disponía
a destruirla, el Señor desistió y le dijo al ángel de la muerte: «¡Detente!
¡Ya es suficiente!». En ese momento el ángel del Señor estaba de pie junto
al campo de trillar de Arauna el jebuseo.
David levantó la vista y vio que el ángel del Señor estaba entre el cielo y
la tierra con su espada desenvainada, extendida sobre Jerusalén. Entonces
David y los líderes de Israel se pusieron tela áspera en señal de su profunda
angustia y cayeron rostro en tierra. D
avid le dijo a D
ios: «¡Soy yo quien
pidió el censo! ¡Soy yo el que pecó e hizo el mal! Pero estas personas son
tan inocentes como ovejas, ¿qué han hecho? Oh Señor mi Dios, que tu
enojo caiga sobre mí y mi familia, pero no destruyas a tu pueblo».
Entonces el ángel del S eñor le dijo a Gad que diera instrucciones a
David para que subiera y edificara un altar al S eñor en el campo de trillar
de Arauna, el jebuseo. Así que David subió para hacer lo que el Señor le
había ordenado por medio de Gad. Mientras Arauna trillaba el trigo, miró
hacia atrás y vio al ángel. Los cuatro hijos de Arauna, que estaban con él,
huyeron y se escondieron. Cuando Arauna vio que se acercaba David, salió
del campo de trillar y se inclinó ante David rostro en tierra.
David le dijo a Arauna:
—Permíteme comprarte este campo de trillar por el precio total. Así
podré edificar allí un altar al Señor, para que detenga la plaga.
—Tómelo, mi señor el rey, y úselo como usted quiera —le respondió
Arauna a David—. Yo le daré los bueyes para las ofrendas quemadas y los
tablones de trillar como leña para hacer un fuego sobre el altar, y también
le daré el trigo para la ofrenda de cereales. Se lo daré todo.
Pero el rey D
avid le respondió a Arauna:
—No, insisto en comprarlo por el precio total. No tomaré lo que es
tuyo para dárselo al S eñor. ¡No presentaré ofrendas quemadas que no
me hayan costado nada!
Así que D
avid le dio a Arauna seiscientas piezas de oro en pago por el
campo de trillar.
Allí D
avid edificó un altar al S eñor y sacrificó ofrendas quemadas y
ofrendas de paz. Cuando D
avid oró, el S eñor le contestó enviando fuego
desde el cielo para quemar la ofrenda sobre el altar. Luego el Señor le
habló al ángel, quien envainó la espada.
Cuando David vio que el Señor había contestado su oración ofreció
sacrificios allí, en el campo de trillar de Arauna. En ese tiempo el tabernáculo del S eñor y el altar de las ofrendas quemadas que M
oisés había