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C rónicas – E S D R A S – N E H E M Í A S
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Lahmi, el hermano de Goliat de Gat. ¡El asta de la lanza de Lahmi era tan
gruesa como un rodillo de telar!
En otra batalla contra los filisteos en Gat, se enfrentaron con un hombre
enorme que tenía seis dedos en cada mano y seis en cada pie, veinticuatro
dedos en total, que era también descendiente de los gigantes. Pero cuando
desafió a los israelitas y se mofó de ellos, lo mató Jonatán, hijo de Simea,
hermano de D
avid.
Estos filisteos eran descendientes de los gigantes de Gat, pero David y
sus guerreros los mataron.
Satanás se levantó contra Israel y provocó que David hiciera un censo del
pueblo de Israel. De modo que David les dijo a Joab y a los comandantes
del ejército:
—Hagan un censo de todo el pueblo de I srael, desde Beerseba en el sur
hasta Dan en el norte, y tráiganme un informe para que yo sepa cuántos
son.
Pero Joab respondió:
—¡Que el S eñor multiplique el número de su pueblo cien veces! Pero
¿por qué, mi señor el rey, quiere usted hacer tal cosa? ¿Acaso no son todos
servidores suyos? ¿Por qué hará que Israel caiga en pecado?
Sin embargo, el rey insistió en que levantaran el censo, así que Joab viajó
por todo I srael para contar al pueblo. Luego regresó a Jerusalén y le informó a David el número de personas. Había en todo Israel 1.100.000
guerreros que podían manejar una espada, y 470.000 en Judá; pero Joab
no incluyó a las tribus de Leví y Benjamín en el censo, porque estaba muy
afligido por lo que el rey le había ordenado hacer.
Dios se disgustó mucho por el censo y castigó a I srael por haberlo levantado. Entonces D
avid le dijo a D
ios: «He pecado grandemente al haber
hecho el censo. Te ruego que perdones mi culpa por haber cometido esta
tontería».
Entonces el Señor le habló a Gad, el vidente de David, y le dio este
mensaje: «Ve y dile a D
avid: “Esto dice el S eñor: ‘Te doy tres opciones;
escoge uno de estos castigos, y yo te lo impondré’”».
De modo que Gad fue a ver a David y le dijo:
—Estas son las opciones que el Señor te da: puedes elegir entre tres
años de hambre, tres meses de destrucción a espada de tus enemigos o
tres días de una terrible plaga durante la cual el ángel del S eñor traerá
devastación por toda la t ierra de I srael. Decide y dime qué respuesta debo
darle al S eñor, quien me envió.
—¡Estoy en una situación desesperada! —le respondió D
avid a Gad—.