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C rónicas – E S D R A S – N E H E M Í A S
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«Ve y dile a mi siervo David: “Esto ha declarado el Señor: no serás tú
el que construya una casa en la que yo viva. Nunca he vivido en una
casa, desde el día en que saqué a los israelitas de Egipto hasta el día
de hoy, sino que mi hogar ha sido una carpa, trasladada de un lugar
a otro en un tabernáculo. Sin embargo, no importa dónde haya ido
con los israelitas, ni una sola vez me quejé ante los líderes de Israel,
los pastores de mi pueblo. Nunca les pregunté: ‘¿Por qué no me han
construido una hermosa casa de cedro?’”.
»Ahora ve y dile a mi siervo David: “Esto ha declarado el Señor
de los Ejércitos Celestiales: te saqué de cuidar ovejas en los pastos y
te elegí para que fueras el líder de mi pueblo Israel. He estado contigo
dondequiera que has ido y destruí a todos tus enemigos frente a tus
propios ojos. ¡Ahora haré que tu nombre sea tan famoso como el de
los grandes que han vivido en la tierra! Le daré una patria a mi pueblo
Israel y lo estableceré en un lugar seguro donde nunca será molestado.
Las naciones malvadas no lo oprimirán como lo hicieron en el pasado,
cuando designé jueces para que gobernaran a mi pueblo Israel; y
derrotaré a todos tus enemigos.
»”Además, yo declaro que el Señor construirá una casa para
ti, ¡una dinastía de reyes! Pues cuando mueras y te reúnas con tus
antepasados, levantaré a uno de tus descendientes, a uno de tus hijos,
y fortaleceré su reino. Él es quien edificará una casa —un templo—
para mí, y afirmaré su trono para siempre. Yo seré su padre, y él será
mi hijo. Nunca le retiraré mi favor, como lo retiré de quien reinó antes
de ti. Lo confirmaré como rey sobre mi casa y sobre mi reino para
siempre, y su trono estará seguro para siempre”».
Entonces Natán regresó a donde estaba David y repitió todo lo que el
Señor le había dicho en la visión.
Entonces el rey David entró y se sentó delante del Señor y oró:
«¿Quién soy yo, oh Señor Dios, y qué es mi familia para que me
hayas traído hasta aquí? Y ahora, oh Dios, sumado a todo lo demás,
¡hablas de darle a tu siervo una dinastía duradera! Hablas como si yo
fuera una persona muy importante, oh Señor Dios.
»¿Qué más puedo decirte acerca de la forma en que me has
honrado? Tú sabes cómo es realmente tu siervo. Señor, por amor a tu
siervo y según tu voluntad, hiciste todas estas grandes cosas y las diste
a conocer.
»Oh Señor, no hay nadie como tú. ¡Nunca hemos oído de otro
Dios como tú! ¿Qué otra nación sobre la tierra es como tu pueblo
Israel? ¿Qué otra nación, oh Dios, has redimido de la esclavitud para
que sea tu pueblo? Te hiciste un gran nombre cuando redimiste a tu