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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
1C | 11:3-17
ios le dijo: “Tú serás el pastor de mi pueblo I srael; tú serás el líder de mi
D
pueblo Israel”».
De modo que allí en Hebrón David hizo un pacto ante el Señor con
todos los ancianos de I srael. Y lo ungieron rey de I srael, tal como el S eñor
lo había prometido por medio de Samuel.
Después David fue con todo Israel a Jerusalén (o Jebús, como solían llamarla anteriormente), donde vivían los jebuseos, los habitantes originarios de esa tierra. El pueblo de Jebús se mofaba de D
avid: «¡Jamás entrarás
aquí!»; pero David tomó la fortaleza de Sión, la que ahora se llama Ciudad
de David.
David había dicho a sus tropas: «¡El primero que ataque a los jebuseos
será el comandante de mis ejércitos!». Así que Joab, cuya madre era Sarvia, una hermana de D
avid, fue el primero en atacar, y entonces llegó a ser
el comandante de los ejércitos de David.
David hizo de la fortaleza su casa, y es por eso que se llama Ciudad de
David. Extendió la ciudad desde los terraplenes hasta la zona circundante,
mientras que Joab reedificaba el resto de Jerusalén. D
avid se hacía cada vez
más poderoso porque el Señor de los Ejércitos Celestiales estaba con él.
Estos son los líderes de los guerreros valientes de D
avid. Junto con todo
Israel, ellos decidieron hacer rey a D
avid, tal como el S eñor había prometido con relación a I srael.
Este es el registro de los guerreros valientes de David: el primero fue
Jasobeam el hacmonita, quien era líder de los Tres, el grupo de guerreros
más valientes entre los hombres de David. Una vez utilizó su lanza para
matar a trescientos guerreros enemigos en una sola batalla.
El siguiente en rango entre los Tres era Eleazar, hijo de Dodai, un descendiente de Ahoa. Estuvo con D
avid cuando los filisteos se reunieron
para la batalla en Pasdamim y atacaron a los israelitas en un campo lleno de
cebada. El ejército israelita huyó, pero Eleazar y David no cedieron terreno
en medio del campo e hicieron retroceder a los filisteos. Así que el S eñor
los salvó dándoles una gran victoria.
Cierta vez, cuando D
avid estaba en la roca cerca de la cueva de Adulam, el ejército filisteo estaba acampado en el valle de Refaim. Los Tres
(que formaban parte de los Treinta, un grupo selecto entre los hombres
de guerra de D
avid) descendieron a la cueva para encontrarse con él. En
aquel tiempo, David se alojaba en la fortaleza, y un destacamento filisteo
había ocupado la ciudad de Belén.
David les comentó a sus hombres un vivo deseo: «¡Ah, cómo me