Inmersion Cronicas NTV - Flipbook - Page 164
2:8-21
E ster
153
madre de ella murieron, Mardoqueo la adoptó, la integró a su familia y la
crió como su propia hija.
Como resultado del decreto del rey, Ester, junto con muchas otras jóvenes, fue llevada al harén del rey en la fortaleza de Susa y entregada al
cuidado de Hegai. Hegai quedó muy impresionado con Ester y la trató con
mucha amabilidad. Enseguida ordenó que le prepararan una dieta especial
y se le hicieran tratamientos de belleza. También le asignó siete doncellas
escogidas especialmente del palacio del rey, y la trasladó junto con ellas al
mejor lugar del harén.
Ester no le había revelado a nadie su nacionalidad ni su trasfondo familiar porque Mardoqueo le había ordenado que no lo hiciera. Todos los
días, Mardoqueo daba un paseo cerca del patio del harén para averiguar
cómo estaba Ester y qué le sucedía.
Antes de ser llevada a la cama del rey, a cada joven se le hacían obligatoriamente tratamientos de belleza durante doce meses: los primeros seis
con aceite de mirra, y los siguientes con perfumes y ungüentos especiales.
Cuando llegaba el momento para presentarse en el palacio del rey, se le
permitía elegir la ropa y las joyas que quisiera llevarse del harén. Esa noche
la llevaban a las habitaciones privadas del rey, y a la mañana siguiente, la
pasaban a un segundo harén, donde vivían las esposas del rey. Allí quedaba
al cuidado de Saasgaz, el eunuco del rey que se ocupaba de las concubinas.
Jamás volvía a la presencia del rey a menos que a él le hubiera agradado de
manera especial y la mandara llamar por su nombre.
Ester era hija de Abihail, tío de Mardoqueo. (Mardoqueo había adoptado como hija a su prima menor, Ester). Cuando a Ester le llegó el turno
de ser llevada ante el rey, ella siguió el consejo de Hegai, el eunuco encargado del harén. No pidió nada aparte de lo que él le sugirió, y todos los
que la veían, la admiraban.
Llevaron a Ester ante el rey Jerjes, en el palacio real, a comienzos del
invierno del séptimo año de su reinado. Y el rey amó a Ester más que a
todas las demás jóvenes. Estaba tan encantado con ella que le puso la corona real sobre la cabeza y la declaró reina en lugar de Vasti. Para celebrar
la ocasión, ofreció un gran banquete en honor de Ester a todos sus nobles y
funcionarios, decretó día de fiesta para las provincias y entregó generosos
regalos a todos.
Aun después de que todas las jóvenes fueron trasladadas al segundo
harén y Mardoqueo fue designado oficial del palacio, Ester siguió manteniendo en secreto su trasfondo familiar y su nacionalidad. Todavía seguía
los consejos de Mardoqueo, tal como cuando vivía en su casa.
Cierto día, mientras Mardoqueo estaba de guardia en la puerta del rey,
dos de los eunucos del rey, Bigtana y Teres —guardias que custodiaban la