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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
10:30-39
unió a sus jefes y se comprometió mediante juramento. Juraron que caería
una maldición sobre ellos mismos si dejaban de obedecer la ley de D
ios
dada por medio de su siervo M
oisés. Prometieron solemnemente seguir al
pie de la letra todos los mandatos, las ordenanzas y los decretos del Señor,
nuestro Señor:
«Nos comprometemos a no permitir que nuestras hijas se casen con
los habitantes paganos de la tierra ni a permitir que nuestros hijos se
casen con sus hijas.
»También prometemos no comprar mercadería ni grano que la
gente de esta tierra traiga para vender en el día de descanso o en
cualquier otro día sagrado. Cada séptimo año dejaremos que nuestras
tierras descansen y perdonaremos toda deuda.
»Además, nos comprometemos a obedecer el mandato de pagar el
impuesto anual del templo de cuatro gramos de plata para los gastos
del templo de nuestro Dios. Este monto servirá para el pan de la
Presencia; las ofrendas regulares de grano y las ofrendas quemadas;
las ofrendas de los días de descanso, las celebraciones de luna nueva
y los festivales anuales; las ofrendas sagradas y las ofrendas para hacer
expiación por el pecado de Israel. Servirá para proporcionar todo lo
necesario para el trabajo del templo de nuestro Dios.
»Hicimos sorteos sagrados para determinar cuándo —en tiempos
regulares cada año— las familias de los sacerdotes, los levitas y la
gente común deberán llevar leña al templo de Dios para ser quemada
en el altar del Señor nuestro Dios, como está escrito en la ley.
»Nos comprometemos a llevar cada año al templo del Señor
la primera parte de toda cosecha, sea producto de la tierra o de
nuestros árboles frutales. Aceptamos entregar a Dios nuestros
primeros hijos varones y las primeras crías de todo nuestro ganado
y de nuestros rebaños, como lo establece la ley. Los presentaremos
a los sacerdotes que ejercen el ministerio en el templo de nuestro
Dios. Almacenaremos los productos agrícolas en los depósitos del
templo de nuestro Dios. Llevaremos lo mejor de nuestra harina y
otras ofrendas de grano, lo mejor de nuestra fruta, lo mejor de nuestro
vino nuevo y de nuestro aceite de oliva. Además, prometemos llevar
a los levitas una décima parte de todo lo que nuestra tierra produzca,
porque son los levitas quienes recogen los diezmos en todas nuestras
poblaciones rurales.
»Un sacerdote —descendiente de Aarón— estará con los levitas
cuando reciban esos diezmos. Una décima parte de todos los diezmos
que se reúnan será entregada por los levitas al templo de nuestro
Dios para ser colocada en los depósitos. El pueblo y los levitas tienen