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CRÓNICAS–ESDRAS–NEHEMÍAS
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lo que merecíamos. Nuestros reyes, líderes, sacerdotes y antepasados
no obedecieron tu ley ni prestaron atención a las advertencias de
tus mandatos y leyes. Aun cuando tenían su propio reino no te
sirvieron, a pesar de que derramaste tu bondad sobre ellos. Les diste
un territorio grande y fértil, pero ellos se negaron a abandonar su
perversidad.
»Por eso, ¡hoy somos esclavos en esta tierra de abundancia que
diste a nuestros antepasados para que la disfrutaran! Somos esclavos
aquí en esta buena tierra. Los abundantes productos agrícolas de
esta tierra se amontonan en las manos de los reyes que has puesto
sobre nosotros por causa de nuestros pecados. Ellos ejercen su poder
sobre nosotros y nuestros animales. Les servimos según su antojo, y
pasamos por mucho sufrimiento».
Entonces el pueblo respondió: «En vista de todo esto, hacemos una
promesa solemne y la ponemos por escrito. En este documento sellado
están los nombres de nuestros líderes, levitas y sacerdotes».
La siguiente es una lista de las personas que ratificaron el documento
sellado.
El gobernador:
Nehemías, hijo de Hacalías, y también Sedequías.
Los siguientes sacerdotes:
Seraías, Azarías, Jeremías, Pasur, Amarías, Malquías, Hatús, Sebanías,
Maluc, Harim, Meremot, Obadías, Daniel, Ginetón, Baruc, Mesulam,
Abías, Mijamín, Maazías, Bilgaí y Semaías. Estos eran los sacerdotes.
Los siguientes levitas:
Jesúa, hijo de Azanías, Binúi, de la familia de Henadad, Cadmiel, y
los demás levitas: Sebanías, Hodías, Kelita, Pelaías, Hanán, Micaía,
Rehob, Hasabías, Zacur, Serebías, Sebanías, Hodías, Bani y Beninu.
Los siguientes jefes del pueblo:
Paros, Pahat-moab, Elam, Zatu, Bani, Buni, Azgad, Bebai, Adonías,
Bigvai, Adín, Ater, Ezequías, Azur, Hodías, Hasum, Bezai, Harif,
Anatot, Nebai, Magpías, Mesulam, Hezir, Mesezabeel, Sadoc, Jadúa,
Pelatías, Hanán, Anaías, Oseas, Hananías, Hasub, Halohes, Pilha,
Sobec, Rehum, Hasabna, Maaseías, Ahías, Hanán, Anán, Maluc,
Harim y Baana.
Luego el resto del pueblo —los sacerdotes, los levitas, los porteros, los
cantores, los sirvientes del templo y todos los que se habían separado de la
gente pagana de esa tierra para obedecer la ley de Dios, junto con sus mujeres, hijos, hijas y todos los que tenían edad suficiente para entender— se