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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
9:23-33
Se apoderaron de la tierra del rey Sehón de Hesbón, y de la tierra del
rey Og de Basán. Hiciste que sus descendientes fueran tan numerosos
como las estrellas del cielo y los llevaste a la tierra que habías
prometido a sus antepasados.
»Entraron y tomaron posesión de la tierra. Tú sometiste naciones
enteras delante de ellos. ¡Hasta los cananeos, que habitaban esa tierra,
se sintieron impotentes! Tu pueblo pudo hacer lo que quiso con
esas naciones y con sus reyes. Nuestros antepasados conquistaron
ciudades fortificadas y tierras fértiles. Se apoderaron de casas llenas
de cosas buenas, con cisternas ya cavadas y viñedos y olivares, además
de frutales en abundancia. De modo que comieron hasta saciarse y
engordaron y disfrutaron de todas tus bendiciones.
»Sin embargo, a pesar de todo esto, fueron desobedientes y se
rebelaron contra ti. Dieron la espalda a tu ley, mataron a tus profetas,
quienes les advertían que volvieran a ti, y cometieron terribles
blasfemias. Así que los entregaste en manos de sus enemigos, quienes
los hicieron sufrir; pero en sus momentos de angustia clamaron a ti,
y desde el cielo los escuchaste. En tu gran misericordia, les enviaste
libertadores que los rescataron de sus enemigos.
»No obstante, apenas tenían paz, volvían a cometer maldades ante
tus ojos, y una vez más permitiste que sus enemigos los conquistaran.
Sin embargo, cada vez que tu pueblo volvía y nuevamente clamaba
a ti por ayuda, desde el cielo tú lo escuchabas una vez más. En tu
maravillosa misericordia, los rescataste muchas veces.
»Les advertías que regresaran a tu ley, pero ellos se volvieron
orgullosos y obstinados, y desobedecieron tus mandatos. No siguieron
tus ordenanzas que dan vida a quienes las obedecen. Tercamente te
dieron la espalda y se negaron a escuchar. En tu amor fuiste paciente
con ellos durante muchos años. Enviaste tu Espíritu, quien les advertía
por medio de los profetas. ¡Pero aun así no quisieron escuchar!
Entonces nuevamente permitiste que los pueblos de la tierra los
conquistaran; pero en tu gran misericordia no los destruiste por
completo ni los abandonaste para siempre. ¡Qué Dios tan bondadoso
y misericordioso eres tú!
»Ahora, Dios nuestro —Dios grande, poderoso y temible que
cumple su pacto de amor inagotable—, no permitas que todas las
privaciones que hemos sufrido te parezcan insignificantes. Grandes
dificultades cayeron sobre nosotros, nuestros reyes, nuestros líderes,
nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros antepasados —todo
tu pueblo—, desde los días cuando los reyes de Asiria por primera
vez nos vencieron hasta el día de hoy. Cada vez que nos castigaste
actuaste con justicia. Hemos pecado grandemente, y nos diste solo