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CRÓNICAS–ESDRAS–NEHEMÍAS
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caldeos y le dio un nuevo nombre, Abraham. Cuando demostró ser
fiel, hiciste un pacto con él para darle a él y a sus descendientes la tierra
de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los ferezeos, de los
jebuseos y de los gergeseos; y has cumplido lo que prometiste, porque
tú siempre eres fiel a tu palabra.
»Tú viste la miseria de nuestros antepasados en Egipto y escuchaste
sus lamentos cuando estaban junto al mar Rojo. Realizaste señales
milagrosas y maravillas contra el faraón, sus funcionarios y su
pueblo, porque tú sabías con cuánta arrogancia trataban a nuestros
antepasados. Tú tienes una gloriosa reputación que jamás ha sido
olvidada. ¡Dividiste el mar para que tu pueblo pudiera cruzarlo por
tierra seca! Luego arrojaste a sus perseguidores a las profundidades
del mar. Se hundieron como piedras en aguas turbulentas. Guiaste a
nuestros antepasados mediante una columna de nube durante el día y
una columna de fuego durante la noche para que pudieran encontrar
el camino.
»Bajaste al monte Sinaí y les hablaste desde el cielo. Les diste
ordenanzas e instrucciones justas, y decretos y mandatos buenos. Les
diste instrucciones acerca de tu sagrado día de descanso. Además, por
medio de tu siervo Moisés, les ordenaste que obedecieran todos tus
mandatos, decretos e instrucciones.
»Les diste pan del cielo cuando tenían hambre y agua de la roca
cuando tenían sed. Les ordenaste que fueran y tomaran posesión de
la tierra que habías jurado darles.
»Sin embargo, nuestros antepasados fueron arrogantes y tercos,
y no prestaron ninguna atención a tus mandatos. Se negaron a
obedecerte y no se acordaron de los milagros que habías hecho a favor
de ellos. En cambio, se pusieron tercos y nombraron a un líder para
que los llevara de regreso a su esclavitud en Egipto; pero tú eres Dios
de perdón, bondadoso y misericordioso, lento para enojarte y rico en
amor inagotable. No los abandonaste, ni siquiera cuando se hicieron
un ídolo en forma de becerro y dijeron: “¡Este es tu dios que te sacó
de Egipto!”. Cometieron terribles blasfemias.
»En tu gran misericordia no los abandonaste para que murieran
en el desierto. La columna de nube todavía los guiaba de día, y la
columna de fuego les mostraba el camino durante la noche. Enviaste
tu buen Espíritu para que les enseñara, y no dejaste de alimentarlos
con maná del cielo ni de darles agua para su sed. Durante cuarenta
años los sustentaste en el desierto, y nada les faltó. ¡No se les desgastó
la ropa, ni se les hincharon los pies!
»Luego ayudaste a nuestros antepasados a conquistar reinos y
naciones, y colocaste a tu pueblo en todos los rincones de la tierra.