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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
8:13–9:7
beber en una gran fiesta, a compartir porciones de la comida y a celebrar
con gran alegría porque habían oído y entendido las palabras de D
ios.
El 9 de octubre los jefes de familia de todo el pueblo, junto con los sacerdotes y los levitas, se reunieron con el escriba Esdras para repasar la ley más
detalladamente. Mientras estudiaban la ley descubrieron que el Señor
había ordenado, por medio de Moisés, que los israelitas debían vivir en
enramadas durante el festival a celebrarse durante ese mes. Él había dicho
que debía proclamarse al pueblo en todas sus ciudades y en Jerusalén, que
fueran a las colinas a buscar ramas de olivo, olivo silvestre, mirto, palmeras
y otros árboles frondosos. Con esas ramas debían construirse enramadas
para que habitaran en ellas durante el festival, como está establecido en
la ley.
Así que el pueblo salió y cortó ramas y las usó para levantar enramadas
en las azoteas de sus casas, en sus patios, en los atrios del templo de Dios
o en las plazas justo dentro de la puerta del Agua y de la puerta de Efraín.
Entonces todos los que habían regresado del cautiverio vivieron en las enramadas durante el festival, ¡y todos ellos se llenaron de alegría! Los israelitas no habían celebrado de esa forma desde los días de Josué, hijo de Nun.
Esdras leyó del libro de la ley de D
ios en cada uno de los siete días del
festival. Luego, al octavo día, realizaron una asamblea solemne, tal como
lo exigía la ley.
El 31 de octubre el pueblo volvió a reunirse en asamblea. Esta vez ayunaron, se vistieron de tela áspera y se echaron polvo sobre la cabeza. Los de
ascendencia israelita se separaron de todos los extranjeros para confesar
sus propios pecados y los pecados de sus antepasados. Permanecieron de
pie en el mismo lugar durante tres horas mientras se les leía en voz alta el
libro de la ley del Señor su Dios. Luego confesaron sus pecados y adoraron al S eñor su D
ios durante tres horas más. Los levitas —Jesúa, Bani,
Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Bani y Quenaní— estuvieron de pie en
la escalera de los levitas y clamaron al Señor su Dios en voz alta.
Luego los jefes de los levitas —Jesúa, Cadmiel, Bani, Hasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías— llamaron al pueblo: «¡Levántense y
alaben al S eñor su D
ios, porque él vive desde la eternidad hasta la eternidad!». Entonces oraron:
«¡Que tu glorioso nombre sea alabado! ¡Que sea exaltado por sobre
toda bendición y alabanza!
»Solo tú eres el Señor. Tú hiciste el firmamento, los cielos y todas
las estrellas; hiciste la tierra, los mares y todo lo que hay en ellos. Tú
los preservas a todos, y los ángeles del cielo te adoran.
»Eres el Señor Dios, quien eligió a Abram y lo sacó de Ur de los