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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
a ver que está ligada a las personas e historias más antiguas del pueblo de Israel. Por lo tanto, las listas inician la tarea de recordarles a los
israelitas sobre quiénes son en realidad.
Cuando el libro pasa a la forma narrativa, entran en foco los reinados
de David y Salomón. La historia alterna tres veces entre los relatos de
las guerras de David y largas descripciones de los arreglos que hace
para la verdadera adoración en el templo. David cuidadosamente se
asegura de que Dios va a ser adorado en el lugar y de la forma que
Dios mismo ha dispuesto. Pero como David es un hombre de guerra
y ha derramado sangre, Dios designa a su hijo Salomón para construir
el templo en su lugar. Al completarlo, la señal clave de la presencia de
Dios entre su pueblo queda establecida.
Los reinados de reyes posteriores se describen con mayor brevedad,
con la excepción de Ezequías y Josías, cuyas reformas religiosas restauran la adoración correcta del Señor después de unos períodos de
idolatría. En contraste, la mayoría de los reyes desvían al pueblo de los
caminos de Dios. Esa infidelidad se vuelve crónica y extendida y, finalmente, el pueblo es castigado con el exilio.
El relato continúa con las memorias de Esdras y Nehemías, describiendo el regreso del pueblo a Judea desde el exilio. Siguiendo las
instrucciones de Dios y con su ayuda, reconstruyen el templo de Jerusalén y las murallas de la ciudad. Cuando la historia llega a su final, los
exiliados retornados restauran con diligencia su antigua adoración y
sus prácticas comunitarias. En una gran ceremonia, se lee en voz alta el
libro de la ley de Moisés ante toda la comunidad, lo que lleva primero
a las lágrimas y la confesión y luego a la celebración, a medida que el
pueblo comprende y responde a las palabras de Dios.
El templo y la ley están en el centro de la verdadera adoración a Dios.
El templo representa el nuevo mundo de Dios, y la ley revela el camino
para que la comunidad se convierta en su pueblo restaurado. Esta comunidad, como pueblo del pacto, debe retomar su papel especial en
el plan de Dios. Por lo tanto, es vital que el pueblo conozca y obedezca
las instrucciones de Dios, que proteja su fe del debilitamiento y la distorsión y que adore y honre a Dios en su Lugar Santo.