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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
2:63–3:8
no calificaron para servir como sacerdotes. El gobernador les dijo que no
comieran de la porción de los sacrificios que c orrespondía a los sacerdotes
hasta que un sacerdote pudiera consultar al Señor sobre ese asunto por
medio del Urim y el Tumim, o sea, el sorteo sagrado.
Así que un total de 42.360 personas regresaron a Judá, además de 7337
sirvientes y 200 cantores, tanto hombres como mujeres. Llevaron consigo
736 caballos, 245 mulas, 435 camellos y 6720 burros.
Cuando llegaron al templo del S eñor en Jerusalén, algunos de los jefes
de familia entregaron ofrendas voluntarias para la reconstrucción del templo de Dios en su sitio original, y cada jefe dio todo lo que pudo. El total
de esas ofrendas fue 61.000 monedas de oro, 3000 kilos de plata y 100
túnicas para los sacerdotes.
Entonces los sacerdotes, los levitas, los cantores, los porteros, los sirvientes del templo y algunos miembros del pueblo se establecieron en
aldeas cerca de Jerusalén. El resto de la gente regresó a sus respectivas
ciudades por todo el territorio de Israel.
A comienzos del otoño, cuando los israelitas ya se habían establecido en
sus ciudades, todo el pueblo se reunió en Jerusalén con un mismo propósito. Entonces Jesúa, hijo de Jehosadac, se unió a sus hermanos sacerdotes
y a Zorobabel, hijo de Salatiel, con su familia, para reconstruir el altar del
Dios de I srael. Querían sacrificar ofrendas quemadas sobre el altar, según
las instrucciones de la ley de M
oisés, hombre de D
ios. A pesar de que
tenían miedo de los lugareños, reconstruyeron el altar en su sitio original.
Luego, cada mañana y cada tarde, comenzaron a sacrificar ofrendas quemadas al S eñor sobre el altar.
Celebraron el Festival de las Enramadas como está establecido en la ley
y sacrificaron la cantidad específica de ofrendas quemadas para cada día
del festival. También ofrecieron las ofrendas quemadas habituales y las
ofrendas requeridas para las celebraciones de luna nueva y los festivales
anuales, tal como lo había establecido el Señor. La gente también entregó
ofrendas voluntarias al Señor. Quince días antes de que comenzara el
Festival de las Enramadas, los sacerdotes empezaron a sacrificar ofrendas
quemadas al S eñor. Esto o currió aun antes de que comenzaran a echar
los cimientos del templo del Señor.
Luego el pueblo contrató albañiles y carpinteros, y compró troncos de
cedro de los habitantes de Tiro y Sidón, a quienes les pagaron con alimentos, vino y aceite de oliva. Transportaron troncos desde las montañas del
Líbano hasta Jope haciéndolos flotar a lo largo de la costa del mar Mediterráneo, ya que el rey Ciro había dado permiso para hacerlo.
La construcción del templo de D
ios comenzó a mediados de la