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C rónicas – E S D R A S – N E H E M Í A S
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que él pronunció contra la ciudad y sus habitantes. Te humillaste, rasgaste
tu ropa en señal de desesperación y lloraste delante de mí, arrepentido.
Ciertamente te escuché, dice el S eñor. Por eso, no enviaré el desastre
que he prometido hasta después de que hayas muerto y seas enterrado en
paz. Tú mismo no llegarás a ver la calamidad que traeré sobre esta ciudad
y sus habitantes’”».
De modo que llevaron su mensaje al rey.
Entonces el rey convocó a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén.
Luego subió al templo del Señor junto con todos los habitantes de Judá
y de Jerusalén, acompañado por los sacerdotes y los levitas: toda la gente,
desde el menos importante hasta el más importante. Allí el rey les leyó
todo el libro del pacto que se había encontrado en el templo del Señor.
El rey tomó su lugar de autoridad junto a la columna y renovó el pacto en
presencia del S eñor. Se comprometió a obedecer al S eñor cumpliendo
sus mandatos, leyes y decretos con todo el corazón y con toda el alma.
Prometió obedecer todas las condiciones del pacto que estaban escritas en
el rollo. Además, exigió a todos los que estaban en Jerusalén y en Benjamín
que hicieran una promesa similar. El pueblo de Jerusalén lo hizo, y renovó
su pacto con Dios, el Dios de sus antepasados.
Josías quitó todos los ídolos detestables de toda la t ierra de Israel y exigió que todos adoraran al S eñor su Dios. Durante el resto de la vida de
Josías, no se apartaron del Señor, Dios de sus antepasados.
Josías anunció que se celebraría la Pascua del Señor en Jerusalén, y entonces se sacrificó el cordero de la Pascua el día catorce del primer mes.
Josías también asignó a los sacerdotes sus responsabilidades y los animó
en su trabajo en el templo del Señor. Dio esta orden a los levitas, quienes
debían enseñar a todo Israel y quienes habían sido apartados para servir
al Señor: «Pongan el arca sagrada en el templo que construyó Salomón,
hijo de D
avid, rey de I srael. Ustedes ya no tienen que seguir cargándola
de un sitio a otro sobre sus hombros. Ahora dediquen su tiempo a servir
al Señor su Dios y a su pueblo Israel. Preséntense para su turno según las
divisiones de familia de sus antepasados, de acuerdo con las instrucciones
del rey David de I srael y las de su hijo Salomón.
»Luego preséntense en el santuario, en el lugar designado para su respectiva división de familia, y ayuden a las familias que les hayan sido asignadas cuando estas traigan sus ofrendas al templo. Maten los corderos de
la Pascua, purifíquense y prepárense para ayudar a los que lleguen. Sigan
todas las instrucciones que el Señor dio por medio de Moisés».
Después Josías proveyó treinta mil corderos y cabritos para las ofrendas
de la Pascua del pueblo, junto con tres mil cabezas de ganado; todos eran
de los rebaños y de las manadas del rey. Los funcionarios del rey también