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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
2C | 33:8-20
hijo Salomón: «Mi nombre será honrado para siempre en este templo y en
Jerusalén, la ciudad que he escogido entre todas las tribus de Israel. Si los
israelitas se aseguran de obedecer mis mandatos —todas las leyes, los decretos y las ordenanzas que les di por medio de Moisés—, no los expulsaré
de esta t ierra que aparté para sus antepasados». Sin embargo, Manasés
llevó al pueblo de Judá y de Jerusalén a cometer cosas aún peores de las que
habían hecho las naciones paganas que el Señor había destruido cuando
el pueblo de Israel entró en la tierra.
El S eñor les habló a Manasés y a su pueblo, pero no hicieron caso a
sus advertencias. De modo que el S eñor envió a los comandantes de los
ejércitos asirios y tomó a Manasés prisionero. Le pusieron un aro en la
nariz, lo sujetaron con cadenas de bronce y se lo llevaron a Babilonia; pero
cuando estaba sumido en profunda angustia, Manasés buscó al S eñor su
Dios y se humilló con sinceridad ante el Dios de sus antepasados. Cuando
oró, el Señor lo escuchó y se conmovió por su petición. Así que el Señor
hizo que Manasés regresara a Jerusalén y a su reino. ¡Entonces Manasés
finalmente se dio cuenta de que el Señor es el único Dios!
Después de esto, Manasés reconstruyó la muralla exterior de la Ciudad
de David, desde el occidente del manantial de Gihón en el valle de Cedrón, hasta la puerta del Pescado, y continuó alrededor de la colina de
Ofel; edificó la muralla muy alta. Además colocó a sus oficiales militares
en todas las ciudades fortificadas de Judá. Manasés también quitó los dioses ajenos y el ídolo del templo del Señor. Derribó todos los altares que
había construido en el monte donde estaba el templo y todos los altares
que había en Jerusalén, y los arrojó fuera de la ciudad. Después restauró
el altar del Señor y allí sacrificó ofrendas de paz y ofrendas de acción
de gracias. También alentó al pueblo de Judá para que adorara al Señor,
Dios de Israel. Sin embargo, la gente seguía ofreciendo sacrificios en los
santuarios paganos, aunque solo los ofrecía al Señor su Dios.
Los demás acontecimientos del reinado de Manasés, su oración a D
ios y
las palabras que los videntes le hablaron en nombre del S eñor, Dios de
Israel, están registrados en El libro de los reyes de I srael. La oración de Manasés, el relato de la forma en que D
ios le respondió, y el relato de todos
sus pecados y su infidelidad están escritos en El registro de los videntes.
Incluye una lista de los sitios donde, antes de que se humillara y se arrepintiera, construyó santuarios paganos y levantó ídolos y postes dedicados a
la diosa Asera. Cuando Manasés murió, lo enterraron en su palacio. Luego
su hijo Amón lo sucedió en el trono.