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C rónicas – E S D R A S – N E H E M Í A S
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Ezequías era muy rico y altamente honrado. Construyó edificios especiales para guardar sus tesoros: plata, oro, piedras preciosas y especias, así
como los escudos y otros objetos de valor. También construyó muchos
depósitos para su grano, vino nuevo y aceite de oliva; e hizo muchos establos para su ganado y c orrales para sus rebaños de ovejas y cabras. Construyó muchas ciudades y adquirió enormes rebaños y manadas, porque
Dios le había dado grandes riquezas. Bloqueó el manantial de la parte alta
de Gihón y condujo el agua por un túnel hasta la parte occidental de la
Ciudad de David. De modo que tuvo éxito en todo lo que hizo.
Sin embargo, cuando llegaron embajadores de Babilonia para preguntar
por los sorprendentes acontecimientos que habían ocurrido en la tierra,
Dios se apartó de Ezequías para ponerlo a prueba y ver lo que realmente
había en su corazón.
Los demás acontecimientos del reinado de Ezequías y sus actos de devoción están registrados en La visión del profeta Isaías, hijo de Amoz, que está
incluida en El libro de los reyes de Judá y de Israel. Cuando Ezequías murió,
lo enterraron en la parte superior del cementerio de los reyes, y todos los
habitantes de Judá y de Jerusalén le rindieron honores en su muerte; y su
hijo Manasés lo sucedió en el trono.
Manasés tenía doce años cuando subió al trono y reinó en Jerusalén cincuenta y cinco años. Hizo lo malo a los ojos del S eñor y siguió las prácticas detestables de las naciones paganas que el S eñor había expulsado de
la tierra al paso de los israelitas.
Reconstruyó los santuarios paganos que su padre Ezequías había derribado. Construyó altares para las imágenes de Baal y levantó postes dedicados a la diosa Asera. También se inclinó ante todos los poderes de los
cielos y les rindió culto.
Construyó altares paganos dentro del templo del S eñor, el lugar sobre
el cual el S eñor había dicho: «Mi nombre permanecerá en Jerusalén para
siempre». Construyó estos altares para todos los poderes de los cielos
en ambos atrios del templo del Señor. Manasés también sacrificó a sus
propios hijos en el fuego en el valle de Ben-hinom. Practicó la hechicería,
la adivinación y la brujería, y consultó a los médiums y a los videntes. Hizo
muchas cosas que eran malas a los ojos del Señor y con eso provocó su
enojo.
Incluso Manasés tomó un ídolo que había tallado y lo colocó en el templo de Dios, en el mismo lugar donde Dios les había dicho a David y a su