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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
2C | 31:5-18
sus bienes a los sacerdotes y levitas, para que ellos pudieran dedicarse por
completo a la ley del S eñor.
Cuando los israelitas escucharon estos requisitos respondieron con
generosidad; dieron la primera porción de su grano, vino nuevo, aceite
de oliva, miel y de todo lo que producían sus campos. Llevaron grandes
cantidades, el diezmo de todo lo que habían producido. La gente que se
había mudado de Israel a Judá, y la gente de Judá, llevaron el diezmo de su
ganado, de sus ovejas y de sus cabras, y el diezmo de las cosas que habían
dedicado al Señor su Dios, y las apilaron en grandes montones. Empezaron a apilarlas a fines de la primavera y los montones siguieron creciendo
hasta principios del otoño. Cuando Ezequías y sus funcionarios fueron y
vieron esos enormes montones, ¡le dieron gracias al S eñor y a su pueblo,
Israel!
—¿De dónde vino todo esto? —preguntó Ezequías a los sacerdotes y
a los levitas.
Y el sumo sacerdote Azarías, de la familia de Sadoc, le contestó:
—Desde que la gente empezó a llevar sus ofrendas al templo del Señor,
hemos tenido suficiente para comer y mucho de sobra. El Señor ha bendecido a su pueblo, y sobró todo esto.
Ezequías ordenó que se prepararan unos depósitos en el templo del
Señor. Cuando estuvieron listos, la gente fielmente llevó todas las ofrendas, los diezmos y otros artículos consagrados para uso en el templo.
Conanías, el levita, quedó encargado y su hermano Simei lo ayudaba. Los
supervisores bajo su mando fueron Jehiel, Azazías, Nahat, Asael, Jerimot,
Jozabad, Eliel, Ismaquías, Mahat y Benaía. El rey Ezequías y Azarías, el funcionario principal en el templo de Dios, hicieron estos nombramientos.
Koré, hijo del levita Imna, portero de la puerta Oriental, quedó encargado de distribuir las ofrendas voluntarias entregadas a Dios, los regalos
y las cosas que habían sido dedicadas al Señor. Sus fieles ayudantes eran
Edén, Miniamín, Jesúa, Semaías, Amarías y Secanías. Ellos distribuían los
regalos entre las familias de los sacerdotes en sus ciudades según sus divisiones, repartiéndolos equitativamente entre ancianos y jóvenes por igual.
Distribuían los regalos a todos los varones de tres años o más, sin tomar
en cuenta su lugar en los registros genealógicos. La distribución era para
todos los que iban al templo del Señor para cumplir con sus responsabilidades diarias según sus divisiones. Distribuían los regalos a los sacerdotes
que estaban anotados por sus familias en los registros genealógicos, y a los
levitas de veinte años o más que estaban anotados según sus funciones y
sus divisiones. Las raciones de alimentos también se entregaban a las familias de todos los que estuvieran anotados en los registros genealógicos,
incluidos los bebés, las esposas, los hijos y las hijas. Pues todos habían sido
fieles purificándose a sí mismos.