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INMERSIÓN
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CRÓNICAS
2C | 28:6-19
causaron muchas bajas en su ejército. En un solo día Peka, hijo de Remalías y rey de Israel, mató a ciento veinte mil soldados de Judá —todos ellos
guerreros con experiencia—, porque habían abandonado al S eñor, Dios
de sus antepasados. Luego Zicri, un guerrero de Efraín, mató a Maaseías,
el hijo del rey; a Azricam, el comandante del palacio del rey; y a Elcana, el
segundo en autoridad después del rey. Los ejércitos de I srael capturaron a
mujeres y niños de Judá, un total de doscientos mil, también tomaron un
enorme botín, y se llevaron todo a Samaria.
Ahora bien, un profeta del S eñor llamado Obed estaba allí en Samaria
cuando el ejército de Israel volvía. Salió a su encuentro y dijo: «El Señor,
Dios de sus antepasados, estaba enojado con Judá y por eso les permitió
derrotarlos; pero ustedes se han excedido, los han matado sin compasión
y todo el cielo está perturbado. Ahora planean hacer esclavos a esta gente
de Judá y de Jerusalén. ¿Y qué de sus propios pecados contra el S eñor su
Dios? Escúchenme y devuelvan a los prisioneros que han tomado, porque
son sus propios parientes. ¡Tengan cuidado, porque ahora la ira feroz del
Señor se ha vuelto contra ustedes!».
Entonces algunos líderes de I srael —Azarías, hijo de Johanán; Berequías, hijo de Mesilemot; Ezequías, hijo de Salum y Amasa, hijo de Hadlai— estuvieron de acuerdo con esto y se enfrentaron a los hombres que
regresaban de la batalla. «¡No deben traer aquí a los prisioneros! —exclamaron—. ¡De ninguna manera nos conviene aumentar nuestros pecados
y culpas! Nuestra culpa ya es muy grande, y la ira feroz del Señor ya se ha
vuelto contra I srael».
Entonces los guerreros pusieron en libertad a los prisioneros y entregaron el botín en presencia de los líderes y de todo el pueblo. Luego los
cuatro hombres recién mencionados por nombre pasaron adelante y les
repartieron ropa del botín a los prisioneros que estaban desnudos. Los
proveyeron de ropa y sandalias, les dieron suficiente comida y bebida, y
les cubrieron las heridas con aceite de oliva. A los que estaban débiles
los montaron en b urros y llevaron a todos los prisioneros de regreso a su
propia gente en Jericó, la ciudad de las palmeras. Después regresaron a
Samaria.
En ese tiempo el rey Acaz de Judá pidió ayuda al rey de Asiria. Los ejércitos
de Edom habían invadido nuevamente Judá y habían tomado prisioneros.
Por su parte, los filisteos habían asaltado las ciudades de Judá situadas en
las colinas y en el Neguev. Ya habían tomado y ocupado Bet-semes, Ajalón, Gederot, Soco con sus aldeas, Timna con sus aldeas y Gimzo con sus
aldeas. El Señor estaba humillando a Judá por causa de Acaz, rey de Judá,
pues este había incitado a su pueblo a que pecara y le había sido totalmente
infiel al S eñor.