MOSHCIETY - Flipbook - Page 124
Jaime de Mora
y Aragón
ENTRE EL MITO Y LA LEYENDA
La figura de Jaime de Mora y Aragón está rodeada por una vaporosa capa de misticismo. Algunos dicen que solo fue un
buscavidas. Un dandy de la aristocracia que supo aprovechar cada ocasión para labrarse una vida de lujos, excesos y
reconocimientos. Otros, en cambio, afirman que su genio se correspondía con el de los grandes pioneros de la historia, y
que, sin sus aportaciones, Marbella jamás hubiese sido apodada como la ciudad de las mil y una estrellas.
Inexorablemente unido a su imagen de conquistador -pelo engominado, barba, bastón, monóculo y collares de oroJimmy, como lo llamaban sus amigos, se convirtió en uno de los grandes promotores turísticos de Marbella. También tuvo
en propiedad varios locales nocturnos y asesoró a diversos inversores extranjeros, fundamentalmente árabes, algo que
contribuyó al florecimiento de una cultura en torno al hedonismo que supo atraer, hasta nuestros días, a los máximos
iconos de la jet-set europea.
Lo que está claro es que, como sucede con todo mito, es complicado separar la verdad de la leyenda. Si nos centramos
en lo que dicen los registros, Jaime nació en el palacio de Zurbarán, cursó estudios de Derecho y Psicología y ejerció de
estibador, mancebo de farmacia, taxista, camarero, regidor de revistas de cabaret, púgil de lucha libre, músico y actor.
Pero si atendemos a quienes lo trataron de cerca, Tío Jimmy fue un visionario capaz de hacer brillar todo lo que tocaba
y un fiestero de esos que crean escuela.
Aunque para entender realmente quién fue Jaime de Mora y Aragón, lo mejor es leer “Blanco y Negro”, unas declaraciones
que hizo en 1976 en las que se definía de la siguiente forma:
“Adoro mi casa. Toco el piano. Escribo versos. Escucho música. Juego con mis perros. Contemplo con gusto mis olivares
y mis viñedos. Duermo cinco horas. Echo la siesta entre dos y tres horas. No tengo ningún plato preferido. Me gusta tomar
leche de cabra, pero más todavía el café con mucho azúcar. Tengo barriga y barba. Creo en Dios. Evito el estrés. Gano mi
dinero con mi discoteca. Me siento más cerca de las personas sencillas que de los ricos complicados. Quiero a mi mujer.
Por amor a ella no bebo más alcohol”