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INMERSIÓN
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REINOS
13:2-17
En esos días, vivía en la ciudad de Zora un hombre llamado Manoa,
de la tribu de Dan. Su esposa no podía quedar embarazada, y no tenían
hijos. Entonces el ángel del S eñor se le apareció a la esposa de Manoa y
le dijo: «Aunque no has podido tener hijos, pronto quedarás embarazada
y darás a luz un hijo varón. Así que ten cuidado; no debes beber vino ni
ninguna otra bebida alcohólica ni comer ninguno de los alimentos prohibidos. Quedarás embarazada y darás a luz un hijo, a quien jamás se le debe
cortar el cabello. Pues él será consagrado a Dios como nazareo desde su
nacimiento. Él comenzará a rescatar a Israel de manos de los filisteos».
La mujer corrió a decirle a su esposo: «¡Se me apareció un hombre de
Dios! Tenía el aspecto de uno de los ángeles de D
ios, daba miedo verlo. No
le pregunté de dónde era, y no me dijo su nombre. Pero me dijo: “Quedarás embarazada y darás a luz un hijo. No debes beber vino ni ninguna otra
bebida alcohólica, ni comer ninguno de los alimentos prohibidos. Pues tu
hijo será consagrado a Dios como nazareo desde el día de su nacimiento
hasta el día de su muerte”».
Entonces Manoa oró al Señor diciendo: «Señor, te pido que el hombre
de Dios vuelva a nosotros y nos dé más instrucciones acerca del hijo que
nacerá».
Dios respondió a la oración de Manoa, y el ángel de D
ios se le apareció
otra vez a la esposa mientras estaba sentada en el campo; pero Manoa, su
esposo, no estaba con ella. Así que, enseguida ella fue corriendo a contarle a su esposo: «¡El hombre que se me apareció el otro día está aquí
de nuevo!».
Manoa regresó corriendo con su esposa y preguntó:
—¿Eres el hombre que le habló a mi esposa el otro día?
—Sí —contestó él—, soy yo.
Entonces Manoa le preguntó:
—Cuando tus palabras se hagan realidad, ¿qué reglas deben gobernar la
vida y el trabajo del muchacho?
El ángel del Señor le contestó:
—Asegúrate de que tu esposa siga las instrucciones que le di. No debe
comer uvas ni pasas ni beber vino u otra bebida alcohólica, ni comer ningún alimento prohibido.
Entonces Manoa le dijo al ángel del S eñor:
—Por favor, quédate aquí hasta que preparemos un cabrito para que
comas.
—Me quedaré —le contestó el ángel del S eñor—, pero no comeré
nada. En cambio, puedes preparar una ofrenda quemada como sacrificio
al S eñor.
(Manoa no se daba cuenta de que era el ángel del S eñor).
Entonces Manoa le preguntó al ángel del Señor:
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