Inmersion Reinos NTV - Flipbook - Página 287
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SAMUEL–REYES
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«El gran rey de Asiria dice: ¿En qué confías que te da tanta seguridad?
¿Acaso crees que simples palabras pueden sustituir la fuerza y la
capacidad militar? ¿Con quién cuentas para haberte rebelado contra
mí? ¿Con Egipto? Si te apoyas en Egipto, será como una caña que se
quiebra bajo tu peso y te atraviesa la mano. ¡El faraón, rey de Egipto,
no es nada confiable!
»Tal vez me digas: “¡Confiamos en el Señor nuestro Dios!”;
pero ¿no es él a quien Ezequías insultó? ¿Acaso no fue Ezequías
quien derribó sus santuarios y altares, e hizo que todos en Judá y en
Jerusalén adoraran solo en el altar que hay aquí, en Jerusalén?
»¡Se me ocurre una idea! Llega a un acuerdo con mi amo, el rey
de Asiria. Yo te daré dos mil caballos, ¡si es que puedes encontrar
esa cantidad de hombres para que los monten! Con tu pequeño
ejército, ¿cómo se te ocurre desafiar siquiera al contingente más débil
de las tropas de mi amo, aunque contaras con la ayuda de los carros
de guerra y sus conductores de Egipto? Es más, ¿crees que hemos
invadido tu tierra sin la dirección del Señor? El Señor mismo nos
dijo: “¡Ataquen esta tierra y destrúyanla!”».
Entonces tanto Eliaquim, hijo de Hilcías, como Sebna y Joa le dijeron al
jefe del Estado Mayor asirio:
—Por favor, háblanos en arameo porque lo entendemos bien. No hables
en hebreo, porque oirá la gente que está sobre la muralla.
Pero el jefe del Estado Mayor de Senaquerib respondió:
—¿Ustedes creen que mi amo les envió este mensaje solo a ustedes y a
su amo? Él quiere que todos los habitantes lo oigan porque, cuando sitiemos a esta ciudad, ellos sufrirán junto con ustedes. Tendrán tanta hambre
y tanta sed que comerán su propio excremento y beberán su propia orina.
Después el jefe del Estado Mayor se puso de pie y le gritó en hebreo a la
gente que estaba sobre la muralla: «¡Escuchen este mensaje del gran rey
de Asiria! El rey dice lo siguiente: “No dejen que Ezequías los engañe. Él
jamás podrá librarlos de mi poder. No permitan que los haga confiar en
el Señor diciéndoles: ‘Con toda seguridad el S eñor nos librará. ¡Esta
ciudad nunca caerá en manos del rey asirio!’.
»”¡No escuchen a Ezequías! El rey de Asiria les ofrece estas condiciones: hagan las paces conmigo; abran las puertas y salgan. Entonces cada
uno de ustedes podrá seguir comiendo de su propia vid y de su propia
higuera, y bebiendo de su propio pozo. Me encargaré de llevarlos a otra
tierra como esta: una t ierra de grano y vino nuevo, de pan y viñedos, de
olivares y miel. ¡Escojan la vida y no la muerte!
»”No escuchen a Ezequías cuando trate de engañarlos al decir: ‘¡El
Señor nos librará!’. ¿Acaso los dioses de cualquier otra nación alguna vez
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