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INMERSIÓN
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REINOS
2R
| 11:20–12:15
real. Toda la gente del reino se alegró, y la ciudad estaba tranquila porque
Atalía había sido ejecutada en el palacio del rey.
Joás tenía siete años cuando subió al trono.
Joás comenzó a gobernar Judá durante el séptimo año del reinado de
Jehú en Israel y reinó en Jerusalén cuarenta años. Su madre se llamaba
Sibia y era de Beerseba. Durante toda su vida Joás hizo lo que era agradable a los ojos del S eñor porque el sacerdote Joiada lo aconsejaba; pero
aun así, no destruyó los santuarios paganos, y la gente seguía ofreciendo
sacrificios y quemando incienso allí.
Cierto día, el rey Joás dijo a los sacerdotes: «Recojan todo el dinero que
se traiga como ofrenda sagrada al templo del Señor, ya sea el pago de una
cuota, el de los votos o una ofrenda voluntaria. Los sacerdotes tomarán
de este dinero para pagar cualquier reparación que haya que hacer en el
templo».
Sin embargo, en el año veintitrés del reinado de Joás, los sacerdotes aún
no habían reparado el templo. Entonces el rey Joás mandó llamar a Joiada
y a los demás sacerdotes y les preguntó: «¿Por qué no han reparado el templo? Ya no tomen más dinero para sus propias necesidades. De ahora en
adelante, todo debe usarse en la reparación del templo». Así que los sacerdotes acordaron no aceptar más dinero de la gente y también estuvieron
de acuerdo en que otros tomaran la responsabilidad de reparar el templo.
Luego el sacerdote Joiada tomó un cofre grande, le hizo un agujero en la
tapa y lo puso al lado derecho del altar, en la entrada del templo del S eñor.
Los sacerdotes que cuidaban la entrada ponían dentro del cofre todas las
contribuciones de la gente. Cada vez que el cofre se llenaba, el secretario
de la corte y el sumo sacerdote contaban el dinero que la gente había traído
al templo del S eñor y después lo metían en bolsas. Luego entregaban el
dinero a los supervisores de la construcción, quienes a su vez lo usaban
para pagarle a la gente que trabajaba en el templo del S eñor: los carpinteros, los constructores, los albañiles y los picapedreros. También utilizaron
el dinero para comprar la madera y la piedra labrada necesarias para reparar el templo del Señor, y pagaron todo tipo de gasto relacionado con la
restauración del templo.
El dinero que se traía al templo no se usó para hacer copas de plata ni
despabiladeras, tazones, trompetas ni otros objetos de oro o de plata para
el templo del S eñor. Se asignó a los trabajadores, quienes lo utilizaron
para hacer las reparaciones del templo. No fue necesario pedir cuentas de
este dinero a los supervisores de la construcción, porque eran hombres
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