Inmersion Reinos NTV - Flipbook - Página 271
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SAMUEL–REYES
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Entonces Jehú partió hacia Samaria. En el camino, mientras estaba en
et-eked de los P
B
astores, se cruzó con unos parientes del rey Ocozías, de
Judá.
—¿Quiénes son ustedes? —les preguntó.
Y ellos contestaron:
—Somos parientes del rey Ocozías. Vamos a visitar a los hijos del rey
Acab y a los hijos de la reina madre.
«¡Tráiganlos vivos!», gritó Jehú a sus hombres. Así que los capturaron,
cuarenta y dos en total, y los mataron junto al pozo de B
et-eked. No escapó
ninguno.
Cuando Jehú salió de allí, encontró a Jonadab, hijo de Recab, quien
venía a su encuentro. Después de saludarse, Jehú le dijo:
—¿Me eres tan leal como yo lo soy contigo?
—Sí, lo soy —contestó Jonadab.
—Si lo eres —dijo Jehú—, entonces estréchame la mano.
Jonadab le dio la mano y Jehú lo ayudó a subirse al carro. Luego Jehú
le dijo:
—Ven conmigo y verás lo dedicado que soy al Señor.
Y Jonadab lo acompañó en su carro.
Cuando Jehú llegó a Samaria, mató a todos los que quedaban de la familia de Acab, tal como el Señor había prometido por medio de Elías.
Luego Jehú convocó a una reunión a toda la gente de la ciudad y les dijo:
«¡La forma en que Acab le rindió culto a Baal no fue nada en comparación con la forma en que yo voy a rendirle culto! Por lo tanto, manden
llamar a todos los profetas y a los que veneran a Baal y reúnan a todos sus
sacerdotes. Asegúrense de que vengan todos, porque voy a ofrecer un gran
sacrificio a Baal. Cualquiera que no venga será ejecutado»; pero el astuto
plan de Jehú consistía en destruir a todos los que rendían culto a Baal.
Después Jehú ordenó: «¡Preparen una asamblea solemne para rendir
culto a Baal!». Así que lo hicieron. Mandó mensajeros por todo I srael
para convocar a los que veneraban a Baal. Asistieron todos —no faltó ninguno— y llenaron el templo de Baal de un extremo al otro. Entonces Jehú
le indicó al encargado del guardarropa: «Asegúrate de que todos los que
rinden culto a Baal tengan puesto uno de estos mantos». Así que a cada
uno de ellos se le dio un manto.
Después Jehú entró al templo de Baal con Jonadab, hijo de Recab, y les
dijo a los que veneraban a Baal: «Asegúrense de que aquí no haya nadie que
adora al Señor, solo los que rinden culto a Baal». Así que estaban todos
adentro del templo para ofrecer sacrificios y ofrendas quemadas. Ahora bien,
Jehú había puesto a ochenta de sus hombres fuera del edificio y les había
advertido: «Si dejan que alguno se escape, pagarán con su propia vida».
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