Inmersion Reinos NTV - Flipbook - Página 270
258
INMERSIÓN
•
REINOS
2R
| 9:34–10:11
Luego Jehú entró al palacio, comió y bebió. Después de un rato dijo:
«Que alguien se encargue de enterrar a esa maldita mujer, porque era hija
de un rey»; pero cuando fueron a enterrarla, solo encontraron el cráneo,
los pies y las manos.
Cuando regresaron y le contaron a Jehú, él declaró: «Eso cumple el
mensaje que el Señor dio por medio de su siervo Elías de Tisbé, quien
dijo: “Los p erros se comerán el cuerpo de Jezabel en la parcela de Jezreel.
Sus restos quedarán desparramados como estiércol en la parcela de
Jezreel, para que nadie pueda reconocerla”».
Acab tenía setenta hijos que vivían en la ciudad de Samaria. Así que Jehú
escribió cartas y las envió a Samaria, a los ancianos y funcionarios de la
ciudad y a los tutores de los hijos de Acab. Les escribió: «Los hijos del rey
están con ustedes y ustedes tienen a su disposición c arros de g uerra, caballos, armas y una ciudad fortificada. En cuanto reciban esta carta, escojan
al más competente de los hijos de su amo para que sea su rey y prepárense
para pelear por la dinastía de Acab».
Entonces se paralizaron de miedo y dijeron: «¡Hemos visto que dos
reyes no pudieron contra este hombre! ¿Qué podemos hacer nosotros?».
Así que los administradores del palacio y de la ciudad, junto con los
ancianos y con los tutores de los hijos del rey, enviaron el siguiente mensaje a Jehú: «Somos sus sirvientes y haremos todo lo que nos diga. No
proclamaremos rey a nadie; haga lo que mejor le parezca».
Jehú respondió con una segunda carta: «Si ustedes están de mi lado y van
a obedecerme, tráiganme a Jezreel la cabeza de cada uno de los hijos de su
amo mañana, a esta hora». Los setenta hijos del rey estaban al cuidado de
los líderes de Samaria, en donde se les había criado desde la niñez. Cuando
llegó la carta, los líderes mataron a los setenta hijos del rey; pusieron las
cabezas en canastos y se las entregaron a Jehú, quien estaba en Jezreel.
Un mensajero fue a ver a Jehú y le dijo:
—Han traído las cabezas de los hijos del rey.
Entonces Jehú ordenó:
—Apílenlas en dos montones a la entrada de la puerta de la ciudad y
déjenlas allí hasta la mañana.
Al día siguiente, Jehú salió y habló a la multitud que se había juntado:
«Ustedes no tienen la culpa —les dijo—. Yo soy el que conspiró contra
mi amo y lo mató; pero ¿quién mató a todos estos? No tengan duda de que
se cumplirá el mensaje que el Señor dio acerca de la familia de Acab. El
Señor declaró por medio de su siervo Elías que esto sucedería». Después
Jehú mató a los demás parientes de Acab que vivían en Jezreel, a todos sus
funcionarios importantes, a sus amigos personales y a sus sacerdotes. Así
que a Acab no le quedó ningún descendiente.
InmersionReinos_NTV.indd 258
11/27/2017 8:25:54 AM